Alemania ya ve las orejas al lobo

Alemania ha dejado de ser inmune a la crisis. No lo digo yo, lo dicen los mismos alemanes, en concreto el semanario Spiegel, una de las publicaciones económicas con más prestigio en el aquel país.

La alarma ha saltado allí donde más le duele a la economía germana, en sus exportaciones. Los últimos datos, publicados el viernes por la Oficina Federal de Estadística de Alemania, muestran una caída del 1,7% en abril frente a marzo. La ralentización no ha sido una sorpresa, ya había ocurrido en anteriores ocasiones a lo largo de 2012, lo que ha disparado las alarmas es la cuantía: el descenso dobla lo que la mayoría de los economistas habían pronosticado.


Resulta curioso ahora que los alemanes se rasguen las vestiduras al “descubrir” que las exportaciones a los países del zona del euro han caído un 3,6% en abril. Sobre todo teniendo en cuenta la estricta dieta a la que su canciller, Angela Merkel, está sometiendo a sus economías vecinas. Tanto han apretado las tuercas a las economías europeas que la falta de riego ha llegado incluso a las economías emergentes. Y es aquí donde está el gran problema: las preocupaciones por el euro están afectando ya a las economías emergentes y China e India han ralentizado su demanda de pedidos a Alemania, algo que preocupa a las empresas. Según aseguraba el economista de DekaBank Andreas Scheuerle, en el diario conservador Die Welt: «Las empresas alemanas tienen la sensación de que la demanda externa no es tan dinámica como antes y que la economía mundial está entrando en una fase de debilidad».

Dentro de casa las cosas tampoco están tan boyantes como hace unos meses. Las importaciones alemanas, cayeron un 4,8% en abril, y ahora están en el nivel más bajo de los dos años. El famoso índice IFO que mide la confianza de empresas y consumidores cayó por primera vez en los últimos seis meses. Y otro dato que alimenta la preocupación es que la industria automovilística alemana registró una caída interanual del 13% de las exportaciones en mayo.

El ataque de los especuladores a la Bolsa alemana a principios de mayo ha sido otra de los motivos de alarma. Merkel y sus ciudadanos pensaban, hasta ahora, que el problema de euro era algo que sólo ataña otros, en concreto a esos países díscolos, como Grecia, Portugal, Irlanda o España, que no hacen sus deberes y son incapaces de mantener saneadas sus finanzas. En las últimas semanas están viendo que algo va mal, que tal vez la “perfecta” Alemania también va a empezar a sufrir.

A pesar de todo esto, la economía alemana sigue a la cabeza de Europa, lo cual dada la situación de sus vecinos tampoco es que sea un motivo de excesiva euforia. ¿Servirá estos datos para que la Señora Merkel reflexione? ¿Habrá ido tan lejos Alemania en sus exigencias de austeridad como para romper su propia gallina de los huevos de oro?

 

 

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