Inflación, nada nuevo en el horizonte español aunque sí en el de EE.UU.

Los mercados temblaron ayer ante la perspectiva de que la recuperación de Estados Unidos no sea tan solvente como se preveía. Los datos macroeconómicos no fueron buenos, pero lo que más desalentó a los inversores fue la Reserva Federal y más concretamente los términos de su comunicado oficial del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC). Se esperaba que los tipos permaneciesen en el 0%, pero no que lo harían durante «un periodo prolongado». Ahora buena parte de los analistas empiezan a ver la deflación como una posibilidad real para economía estadounidense.

Desde Econobrowser apuntan directamente a esta alternativa, ya que ven un cambio de desinflación a deflación. Es decir, de caídas en la inflación a una tendencia más global y de mayor calado como la deflación. Pero no son los únicos, ya que esta corriente cuenta incluso con el flamante Premio Nobel Paul Krugman como uno de sus grandes defensores. En realidad, no es que la deflación sea inevitable, sino que se ha convertido en un riesgo potencial algo más plausible que hace apenas un mes y así lo refleja también una encuesta de The Wall Street Journal a 53 analistas.

Los temores de los analistas se basan por una parte en lecciones de historia económica como que «un alto desempleo conduce a la caída de la inflación, que después se estabiliza y se levanta tal vez de nuevo una vez que el desempleo se reduce» como explica Krugman. En el caso de Estados Unidos el paro empieza a convertirse en un verdadero quebradero de cabeza, a lo que se suman las primeras muestras de problemas de competitividad, algo hasta hace poco impensable.

Pero es que además los bonos de EE.UU. también indican la posibilidad deflacionista, que aunque todavía remota, está ahí. Y como indican desde Acciones de Bolsa, los grandes gestores se están preparando para la deflación. Sin embargo, desde el foro de Euribor apuntan a que los precios están contenidos como muestra el siguiente gráfico, ya que «se descuenta una inflación media para los próximos 5 años del 1.5% cuando hace 3 meses esa expectativa era del 2%».

En este escenario le ha tocado a España dar a conocer su dato de IPC de julio . Partiendo de la base de que IPC e inflación no son sinónimos ni mucho menos, la cifra publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) es la que más afecta a los bolsillos de los españoles. En este sentido, el IPC general volvió a subir en tasa interanual tras la caída de julio y lo hizo en cuatro décimas para situarse en el 1,9%, por el contrario, sí experimentó una caída proporcional en tasa intermensual.

Sin embargo, lo más interesante es observar como la inflación subyacente, que mide el IPC sin alimentos no elaborados ni productos energéticos sube también cuatro décimas hasta el 0,8%. Y es que este es el dato que suele usarse para determinar hacia donde se dirigen los precios. Cabe destacar que la inflación subyacente parece haber roto definitivamente la tendencia bajista y en los cuatro meses ha subido con fuerza (debemos tener en cuenta que este índice no suele experimentar importantes variaciones en poco tiempo), lo que nos indica que el IPC general puede terminar bastante arriba en 2010.

El gran argumento en contra de este escenario inflacionista en España llega de la mano del paro y del consumo.Es decir, con tasas de paro superiores al 20% va a ser difícil el despegue del consumo, a lo que también se une una mayor conciencia ahorradora por parte de la sociedad en general y por lo tanto un menor gasto. Si finalmente el consumo no repunta la lógica nos dice que los precios terminarán cayendo. Pero por desgracia en materia económica no todo es tan sencillo y como muchos auguraban, las medidas anticrisis del Gobierno están sirviendo para generar inflación, a lo que también contribuyen las inyecciones de liquidez del BCE y la Fed.


Al final, a escala mundial no parece claro si podemos esperar un escenario de deflación o inclación y hasta que no sepamos contestar a esta duda será complicado que cualquier Gobierno pueda plantear medidas que realmente tengan efecto. Mientras, el resto deberemos esperar.

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