La información como símbolo de poder

¿La información es poder? Pregunta directa y clara, que nos lleva a plantear una duda casi antológica desde tiempos remotos. Quien tenía acceso a la información, a los pasos de los enemigos, a los movimientos empresariales más ocultos, se alzaba, y lo sigue haciendo, con acierto, ocupando la posición predominante sobre los desinformados. Unos frente a otros, con los menos en el primer frente, y con un un reducido número de manos dirigiendo los movimientos de la masa.

Esta sentencia que puede sonar tan novelesca no está vacía de sentido. Poseer información de calidad puede reportarnos grandes ganancias por la inversión en capital de una empresa, por poner un claro ejemplo. Internet es información y por lo tanto ésta ocupa un espacio predominante en el funcionamiento de la red de redes. Se nos bombardea a diario con miles de datos, noticias, comentarios y aportaciones que modifican nuestro día a día, nuestras decisiones.

Las clases informadas de antaño, minoritarias, dirigían a las masas. Ahora la situación a cambiado, sobre todo en el marco comercial. Llevemos el control de la información a su punto más comercial, el de las compras. El consumidor actual, el que se conecta a Internet al menos, está hiperinformado y sabe qué, cómo y cuándo comprar. La información no falta, sobra, por lo que se sigue legitimando la misma respuesta a la pregunta que iniciaba este mismo artículo: la información sigue siendo poder.

Sin embargo, la situación ha cambiado drásticamente. Las redes sociales son capaces de promover la venta de un producto en base a un huracán de comentarios favorables hacia un producto o de desperdiciar su stock por valoraciones negativas. Los mensajes informativos ya no dependen únicamente de la empresa, que sigue siendo capaz de moldearlo a través de herramientas como el marketing y la publicidad, sino que se alteran a través de los comentarios y las valoraciones de los usuarios.

No ha cambiado la máxima de la información, pero sí las herramientas para obtenerla. Facebook, por ejemplo, actúa como un gigantesco fórum de opinión donde todo el mundo puede decir lo que quiera, como quiera y cuando quiera. Y a esta libertad de movimiento debemos sumar lo que se podría llamar el «factor vecino», y es que las recomendaciones y las críticas salen de la boca de personas que conocemos, que hemos aceptado en nuestro perfil, y de las que por norma general nos vamos a fiar más.

Cuando un famoso actúa como imagen de marca de un producto, muchos son los consumidores que prestan atención a la marca. Sin embargo, creo que las ventas se potencian más cuando la recomendación viene de un amigo o familiar con el que mantenemos relación en las redes sociales. El efecto de la recomendación es mucho mayor, genera una mayor confianza, y se parece mucho más al boca-oreja clásico.

La información sigue estando ahí ahora más que nunca, pero el uso que se hace de ella es extremadamente diferente. En primer lugar, ya no está solo en manos de unos pocos; en segundo lugar, ahora el ciudadano de la calle puede acceder a datos que determinen sus compras; por último, las marcas pueden «usar» a los consumidores como embajadores de sus productos, siempre que generen satisfacción. El esquema informativo ha cambiado.

 

Image:CC Maria Cabello

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