No todas las grandes fortunas se aferran a sus sicavs

Amancio Ortega había empezado a trasvasar su patrimonio desde sus sociedades de inversión de capital variable –sicavs- Keblar y Alazán a otros activos en 2008. Aunque la liquidación de los dos vehículos que durante años han acaparado el patrimonio de la primera fortuna de España era cuestión de tiempo, la decisión definitiva ha abierto el debate sobre el futuro de unas figuras tan polémicas como impopulares.

¿Seguirá el ejemplo el resto de grandes fortunas? ¿Es la sicav un producto en vías de extinción? Los expertos creen que no. Es más, consideran que a pesar de la dureza de la crisis económica y de la necesidad de liquidez de los grandes patrimonios, las sicavs gozan de una salud relativamente buena.

“Lo de Ortega responde a intereses particulares. Tras el cambio fiscal de septiembre que modificaba la fiscalidad de las reducciones de capital, un mecanismo que él usaba constantemente, ya no tenía sentido que mantuviera Keblar y Alazán”, asegura el responsable de gestión de patrimonios de una firma independiente, que prefiere no ser citado.

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