Optimizar la negociación con los bancos para que nuestro dinero “valga” más

A pesar de que los principales indicadores del mercado apuntan a que este año marcará el comienzo del fin de la restricción crediticia impuesta por los bancos, la financiación a través de los mismos, sigue siendo, a día de hoy, uno de los grandes problemas a los que se tienen que enfrentar las empresas. El endurecimiento de las condiciones de acceso a los préstamos y las peticiones de los mismos, se analizan con lupa, atendiendo sobre todo, a factores de riesgo y rentabilidad.

Para conceder un crédito, los bancos necesitan un Plan de Viabilidad convincente, mientras que en el plano económico-financiero, es obligatorio, como mínimo, presentar las previsiones de tesorería, el balance y la cuenta de resultados. Pero, ¿qué necesita el cliente para decantarse por una entidad u otra? Para averiguarlo, es necesarios que éste puede realizar simulaciones sobre los préstamos en cuestión y analizar después, si las condiciones propuestas y/o pactadas, son interesantes o no. Es decir, que el cliente, debe dejarse oír y, a pesar de las dificultades para acceder a una línea de crédito deberá cerciorarse de que, realmente toma la decisión correcta. Él. NO la entidad bancaria.

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Para los bancos, el balance, o lo que es lo mismo, el estado contable que refleja la situación patrimonial de una empresa en un momento concreto, sigue siendo el Sancta Sanctorum a la hora de “abrir el grifo”. Porque entienden que es una herramienta que aporta información sobre qué y cuánto tiene la empresa y sobre cuánto y a quién se debe dinero. Resumiendo: el balance es el reflejo de los recursos financieros de la empresa. Activo y pasivo deberían ayudar a determinar sus necesidades financieras.

Sin embargo, el balance, sin la información que se manejan en los procesos de contabilidad presupuestaria o analítica, arroja una visión sesgada de la compañía y eso, multiplica las dificultades a las que se enfrentan las empresas a la hora de “pedir dinero” a los bancos.

Confianza ciega=error de bulto

Para atajar los “desajustes· que puede provocar la toma de un dato falso, como cierto, las empresas deberán esforzarse en operar a través de una gestión tesorera, eficiente. La gestión óptima de la tesorería ayuda además a buscar el equilibrio y a garantizar, por un lado, el rendimiento del dinero “sobrante” y, por otro, evitar el pago de penalizaciones o comisiones innecesarias, en préstamos o descubiertos.

Dentro de las tareas relacionadas con la gestión tesorera, el control de la situación con las entidades bancarias es una pieza estratégica que debemos tener muy en cuenta. Comisiones elevadas por los servicios prestados, opacidad y falta de sencillez en todo aquello relacionado con las reglas establecidas para la imposición y cobro de comisiones, son algunas de las principales quejas que cualquier empresa puede tener con respecto a la banca española.

Uno de los principales problemas que afecta a la optimización de la gestión tesorera y contable es que las empresas se siguen apoyando excesivamente en la información que reciben de las entidades bancarias. Confían plenamente en que los datos que manejan son correctos y no dudan de la veracidad y acierto de sus cifras. Este es un hecho sorprendente, porque lo lógico sería que la propia empresa controlara sus estados financieros sin “delegar” esta tarea, altamente sensible, en la entidad financiera con la que trabaja que, dicho sea de paso, no deja de ser un proveedor más.

Hay que optimizar la gestión de la tesorería

La falta de un adecuado control de la gestión de la tesorería acarrea multitud de dificultades a las empresas. Entre ellas, carencias generalizadas en la información de saldos integrados, disponibles de las diferentes cuentas bancarias contratadas con una o con varias entidades financieras. Lo habitual de hecho, es que se trabaje con diferentes bancos. Esto obliga a tener que visualizar las cuentas, banco por banco, con lo que se produce un conocimiento tardío del saldo disponible en cada entidad y la consiguiente dificultad que supone corregir los errores a tiempo.

El hecho de no controlar los activos financieros también dificulta el conocimiento de las necesidades de financiación y de los excedentes de tesorería de la compañía. Dificultades a las que se suma el posible incremento de los costes financieros, debido al pago de comisiones e intereses que con una buena gestión se podrían haber evitado. Por otra parte, es necesario evaluar, analizar las condiciones ofrecidas por cada entidad bancaria y, muy importante, comprobar posteriormente, si se están cumpliendo los acuerdos alcanzados.

Todo esto parece algo obvio. Sin embargo, son muchas las empresas que siguen desaprovechando el potencial que ofrece el control y la gestión eficiente de la tesorería, considerando que son procesos que no revisten apenas complejidad y que, por lo tanto, su automatización, no es estrictamente necesaria para incrementar la rentabilidad del negocio.

Artículo de Isabel Pomar, directora de comercial  de Datisa

Imagen – Shutterstock

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