¿Sabes distinguir cuando una oferta es realmente buena?

El ahorro hoy por hoy se ha convertido en un elemento fundamental para las economías domésticas. Si siempre hemos prestado atención a las ofertas, de todo tipo, hoy en día de hecho las ofertas y promociones en muchos casos más que beneficiosas resultan vitales para los bolsillos más débiles que tienen que hacer verdaderas maravillas para llegar a fin de mes. Obviamente la búsqueda de ofertas se puede aplicar a cualquier sector y cualquier segmento, y en todos los casos, con más o menos matices, resulta fundamental distinguir cuando estamos verdaderamente ante una buena oferta y cuando no.

En todos los casos tenemos que entender que las ofertas no son acciones comerciales altruistas, es decir, forman parte de los conceptos y estrategias de venta dentro de la competencia por los mercados, es importante entender esto ya que, efectivamente, no todas las ofertas son iguales, y, más aún, una oferta que puede ser interesante algún perfil del usuario puede no serlo en absoluto para otro distinto.

Cuándo una oferta es buena

Debemos tener en cuenta que de un modo u otro las ofertas suelen tratar de vincular al usuario, bien porque se convierten en un gancho mediante el cual acudimos a un espacio comercial determinado, y consumimos más que lo que la propia oferta nos muestra (algo muy habitual) o bien como por ejemplo ocurre con los productos financieros, porque se trata de pasos previos a un proceso de vinculación exigida para obtener las condiciones ofertadas. Éste es el primer punto de partida siempre a tener en cuenta, es decir, cuando acudimos a un espacio comercial atraídos exclusivamente por una oferta, el exceso de compra que podemos realizar puede anular perfectamente la ventaja que esa promoción concreta nos proporcionaba, del mismo modo, cuando contratamos un producto financiero por sus bonificaciones pero éste exige un nivel de vinculación elevado, tal vez la bonificación no sea al final tan sustanciosa (o incluso a la larga ni compense)

Los modelos de oferta más habituales

existen realmente multitud de modelos diferentes de oferta, es lógico teniendo cuenta que cada sector tiene sus particularidades, sin embargo si podemos distinguir algunos grandes grupos dentro de ellas:

  • Las que nos ofrecen descuentos sobre los precios de un producto o servicio
  • Las que nos ofrece bonificaciones o descuentos en un producto vinculado a la compra o contratación de otros
  • Las nos proponen la acumulación de descuentos a partir del consumo o del uso determinado el servicio

Por supuesto hay muchas más, pero realmente prácticamente todas se van a poder contener de un modo u otro dentro de las tres categorías. ¿Cuál es mejor? Este es uno de los problemas a la hora de determinar una oferta buena o mala, realmente, va a depender más de nuestro perfil y nuestra manera de comprar o consumir que de la propia oferta en sí.

Por ejemplo, alguien que utiliza mucho el desplazamiento aéreo puede estar interesado en el uso de una tarjeta que le proporciona puntos acumulados mediante los cuales puede obtener una oferta de descuento vuelos, para esta persona obviamente será una oferta perfectamente útil, para quien no está habituado a volar es simplemente en todo caso una oferta testimonial que acumula puntos que, además, con toda probabilidad se perderán.

Compras

Cómo determinar las ofertas buenas

Realmente la mejor definición de una buena oferta sería la de encontrar una propuesta que nos ofrece en mejores condiciones que su precio habitual de mercado un producto o servicio que necesitamos. Este debe ser el principio básico a la hora de utilizar las promociones, ya que, en muchas ocasiones, nos dirigimos a ellas sin una necesidad especial o real de lo que se vende u ofrece.

A partir de haber determinado lo anterior el usuario debe contrastar realmente lo que se le ofrece con el beneficio que tiene; siguiendo con los ejemplos, para una persona que realiza una única compra mensual en un gran centro comercial probablemente las ofertas de tres productos por dos o similares se han interesantes ya que le proporcionan un ahorro superior al 30%, sin embargo, para alguien que realiza compras con mayor frecuencia, tal vez sea más interesantes las ofertas de descuento directo sobre el precio del producto… estos son un ejemplo simple, pero realmente debiera ser la base de nuestros análisis antes de comprar o contratar un servicio al que hemos acudido motivados por una oferta.

Por supuesto en todo esto debe imperar el sentido común; generalmente los sólidos no existe, y algo que parece excesivamente bueno, sobre todo en entornos comerciales como Internet, no sólo resultan tan bueno. No se trata de ser un desconfiado vocacional, pero si de utilizar criterios firmes a la hora de planificar nuestras compras.

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