Sindicato de casas en alquiler, la innovación en el mercado inmobiliario

El mercado inmobiliario en nuestro país está basado en la propiedad y en forma casi exclusiva en la compra de la vivienda propia. De esta forma y desde el estallido de la crisis inmobiliaria, la evolución del “ladrillo” español ha sido bastante diferente de la observada en otros países.

Tanto expertos, como el gobierno, sostienen que los precios de la vivienda aún deben continuar a la baja.  Esta afirmación se fundamenta en el mínimo ajuste de precios que tuvo lugar en nuestro país en comparación a otras economías del mundo.

Mientras que en Irlanda se observó una disminución de los precios de la vivienda de un 32,6% (al igual que en EE.UU.), en España las cifras oficiales revelan un ajuste del 13,1% desde máximos marcados en el primer trimestre de 2008.  Más allá de que algunas consultoras privadas como Tinsa, estiman que la disminución de los precios ronda el 20%, tanto el gobierno como los privados coinciden en que el ajuste final debería alcanzar el 40%, por lo que nos falta recorrer la mitad del camino.

La mentalidad de la población, que no considera al alquiler como una alternativa válida a largo plazo, provoca, con su presión de compra, que la vivienda se encuentre sobre valorada, y con ello, muy lejos de las posibilidades de muchos habitantes.

En la búsqueda de nuevas alternativas y proyectos innovadores que saquen de su estancamiento al mercado inmobiliario español, encontramos un proyecto interesante y digno de comentar.

En Alemania se ha desarrollado un nuevo y creativo modelo de acceso a la vivienda.  Se trata del sindicato de casas en alquiler, o en su idioma original Mietshäuser Syndikat y de trasladarse al mercado español, podría constituir una alternativa valedera para un importante sector de la población.

Esta iniciativa que comenzó allá por 1992, le permite acceder a la vivienda a unas 1.500 personas en Alemania.

A través de esta figura, el usuario de la vivienda se encuentra libre de las presiones propias de su situación de inferioridad frente al propietario.  Justamente, esto lo logra gracias al Sindicato.

Independientemente de la connotación política que la palabra “Sindicato”, tiene en nuestro idioma, debemos entender que este modelo alemán se basa en una Asociación Social, compuesta por el sindicato y la asociación de usuarios.

La figura del sindicato se vale de sus posibilidades preferenciales para el acceso al crédito en tiempos difíciles y es el que compra el terreno o bien un edificio, que normalmente debe ser remodelado y restaurado.

Siempre basándose en préstamos a largo plazo y con tipos de interés adecuados, el Sindicato, ofrece la propiedad a los miembros de la asociación de usuarios en forma exclusiva. Los miembros de la asociación de usuarios, a cambio, pagan el alquiler, manteniendo la libertad de gestionar el edificio por su cuenta.

Esta figura no da lugar a la especulación inmobiliaria, ya que cualquier tipo de venta o reprivatización queda expresamente excluido.

El modelo resulta sostenible en el largo plazo, ya que con el paso del tiempo y a través de la percepción de los alquileres, se recupera la inversión efectuada y el superávit obtenido es reinvertido en nuevos proyectos.

Desde nuestro punto de vista, un proyecto como el alemán puede ser perfectamente aplicado en el mercado español, siempre que se salven los obstáculos ideológicos y psicológicos de la gente, la que deberá aceptar al alquiler como un medio para el acceso a la vivienda digna, ya que en el Sindicato de alquiler no se transfiere la propiedad del inmueble al individuo que la usufructúa.

Los miembros de la asociación de usuarios, en este modelo, sin duda se encuentran en una posición de negociación muy superior a un inquilino tradicional.  Su unión les permite la negociación de las condiciones así como el contar con la misma vivienda a través del tiempo, cortando con la inseguridad inherente a la renovación de los contratos.

Sin duda, debemos considerar que la convivencia en este sistema debe estar perfectamente regulada a través de estrictos manuales de convivencia, pero realmente constituye una alternativa digna de probar en nuestro país.

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