Una nueva era de teorías económicas

No es nada nuevo decir que la crisis financiera que aún estamos viviendo dió por tierra varias teorías económicas que, hace tan solo un par de años, parecían eternas.

En Octubre de 2008, un mes después de la caída de Lehman Brothers, apareció un dato significativo en las listas de best sellers en EEUU: la Teoría General de Keynes y los posteriores revisionismos de ella como el de Hyman Minsky estaban trepando en las listas de libros más vendidos. Por entonces, el motivo parecía obvio: una era de Super-Estados se avecinaba, con un auge del intervencionismo financiero en la economía de los países.

El fracaso de la teoría neoclásica para entender la última crisis financiera había dejado como primera defensa contra la depresión al modelo keynesiano. Sin embargo, la economía mundial siguió cayendo y a muchos expertos la teoría de Keynes les pareció que se quedó corta frente al desastre de las finanzas internacionales.

Frente a ello, han ido apareciendo nuevas teorías de las distintas escuelas económicas que hicieron leña del arbol caído del mainstream neoclásico. En este contexto, se auguraba el inicio de una nueva era con un cambio de paradigma, en el que la ortodoxia neoclásica estaba herida de muerte y no tardaría en dejar su trono en manos de otra corriente económica. Así, los experimentalistas ganaban terreno frente a los metodológicos y rigurosos matemáticos de los neoclásicos.

Pero llegó el 2010, con una recesión mundial acotada y en vías de recuperación, y se advierte que la teoría dominante neoclásica y sus prácticas no cambiaron tanto como se pronosticaba: con un escenario que de a poco vuelve a la normalidad, la economía vuelve a sus cauces ortodoxos.

Sin embargo, los ojos ya están abiertos. El escenario teorico económico aparece definitivamente más diversificado.  Los principios básicos del neoclacicismo están siendo duramente objetados, pero el cambio de paradigma aparece como no inminente.

Lo que se está viendo es una apertura de la teoría neoclásica –muy rígida en sus principios– frente a nuevos desarrollos aparecidos post-crisis, absorbiendolos e incorporándolos en una nueva teoría económica. Las claras y muy serias limitaciones de la teoría dominante –la neoclásica– son más que evidentes.

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Imagen –stuartpilbrow

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