¿Ajuste o fin de tendencia?

Como consecuencia de una nueva oleada de nerviosismo provocada por la crisis de la deuda de los países periféricos, el precio del oro tocó nuevos máximos históricos alcanzando los 1.424,6 dólares la onza. Seguidamente, la parcial recuperación del dólar, ha provocado un retroceso en la cotización del metal dorado, por lo que muchos vuelven a hablar de burbuja, mientras que otros defienden su potencial de crecimiento.

Más allá de los temores, aún encontramos un consenso de gran fortaleza en el mercado… al oro aún le queda camino por recorrer y se espera que continúe subiendo.

Este 2010, el oro ha subido un 25% respecto de los precios de cierre en diciembre de 2009 y encadena diez años consecutivos al alza. Esta representa su mejor racha en casi un siglo. Por lo tanto, si estamos ante una burbuja, cuando la misma estalle, hará perder muchísimo dinero a quienes han llegado tarde al tren expreso que condujo los precios del metal este año.

Históricamente, el oro, ha servido como refugio contra la inflación. Sin embargo, este factor es algo que actualmente resulta inexistente en la mayor parte de las economías. De este modo, el crecimiento en los precios del oro no pueden ser achacados a este miedo.

En la actualidad es la incertidumbre sobre posibles devaluaciones de las divisas, consecuencia de las potenciales medidas relacionadas con la expansión cuantitativa, lo que impulsa al metal precioso a batir récord tras récord.

Dicho de otra forma, lo que lleva a la gente a comprar oro es el miedo. En las últimas semanas se ha instaurado en el mercado un nuevo temor: que los bancos centrales recurran a la máquina de hacer dinero para ganar la guerra de las divisas que se ha desatado por la competencia entre este y oeste.

Dado que el oro no es susceptible de emisión ilimitada, se ha convertido en un activo que permite preservar el valor del dinero, aún en estos momentos donde su comportamiento se asemeja cada día más al de una divisa.

Mientras la recesión se cierna sobre las principales economías mundiales, tal si fuere una inminente tormenta, sumado a la inseguridad que domina las bolsas mundiales más importantes, el precio del oro seguirá subiendo y los inversores deberían alejar sus temores respecto de la formación de una burbuja en los precios del metal.

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