La crisis española, versión Krugman

La figura de Paul Krugman ha ido adquiriendo cada vez más relevancia en todo el mundo desde que ganase el Premio Nobel de Economía 2008 y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se declarase seguidor de su teoría. Ahora mismo el blog que mantiene en el New York Times se ha convertido en una referencia obligada, sobre todo teniendo en cuenta que Europa se ha convertido en uno de sus temas predilectos.

 krugman

En el Especial Quiebra España ya incluimos la primeras impresiones de Krugman acerca de España (Krugman también señala a España como la principal amenaza de la Eurozona) en las que ahora vuelve a hacer hincapié el economista. Juan Reyero se ha tomado la molestia de traducir, resumir y reinterpretar el último artículo de Krugman (aunque en realidad hemos accedido al mismo vía GurusBlog) y el resultado -literalmente- es el siguiente:

  1. Alrededor de 2000 se disparan los precios de los pisos. Los precios no suben porque la gente necesite más pisos, ni porque los pisos ofrezcan más valor, sino porque mucha gente piensa que van a seguir subiendo. Es una situación inestable que depende de que la gente siga creyendo que la subida va a seguir, por eso se le llama burbuja.
  2. La subida de los inmuebles hace que entren cantidades ingentes de capital extranjero. La balanza por cuenta corriente pasa de un -4% del PNB en el año 2000 a un -10% en el año 2007. Ésta es la diferencia entre lo que el país vende al extranjero y lo que compra, que tiene que financiar pidiendo prestado.
  3. Hay mucho dinero en España. Literalmente: como se supone que el piso vale mucho la gente lo usa como colateral para comprarse el Cayenne, que se acaba financiando con préstamos del extranjero. También hay dinero que entra directamente para pagar activos inmobiliarios. Como hay más dinero la gente quiere comprar más cosas y sube la demanda, pero como la oferta no sube tan rápido tienen que subir los precios.
  4. Tanto los precios como los salarios suben un 30% durante la década. Durante el mismo periodo los salarios en Alemania se mantienen constantes (fuente OECD, Unit Labor Cost total economy).
  5. Cuando estalla la burbuja nos encontramos de golpe con mucho menos dinero: ya no se puede uno comprar el Cayenne con un préstamo contra el piso, y el mercado inmobiliario español deja de ser apetitoso para los extranjeros. Como no hay dinero cae la demanda y sobra oferta, tanto interna como externa. Empieza a bajar el déficit de la balanza por cuenta corriente (compramos menos al exterior) y aumenta el paro.
  6. Los sueldos son un 30% mayores que cuando empezó la fiesta, pero el PNB por cápita solamente ha subido un 7% (fuente: IMF). Según muchos analistas cuando hayamos borrado del todo el efecto de la burbuja encontraremos que el PNB por cápita no ha subido nada en más de una década. O sea: no creamos más riqueza por persona que hace diez años, pero somos un 30% más caros. Eso nos hace mucho menos competitivos que antes.
  7. Los altos precios hacen que sea más difícil vender en el exterior. También nos hacen mucho menos atractivos como destino turístico.

En definitiva, se trata de unas perspectivas negativas para España, aunque en este caso Krugman exculpa en parte al Gobierno español. El motivo no es otro que la imposibilidad de utilizar el factor monetario para controlar la crisis. Como explica el economista, «si España hubiera contado con su propia divisa, se hubiera apreciado durante el boom inmobiliario y se hubiera depreciado cuando terminó. Como no era ni es posible, España parace condenada a sufrir años de deflación y elevado desempleo».

Lo cierto es que no poder depreciar la moneda está jugando en contra de España en estos momentos (si tomamos los beneficios y pérdidas causadas por la moneda única el impacto es positivo). En el Reino Unido ya han depreciado su moneda para reactivar la economía y, como ya ha ocurrido anteriormente, está dando resultado. España no dispone de esa posibilidad y para ajustar costes no le queda más que una dolorosa reforma del mercado labora, que por otra parte es más que necesaria.

Imagen – Center for American Progress

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