El retrato de la España de 2012 da pena. Con más de cinco millones de desempleados, el Gobierno de Mariano Rajoy publica un viernes sí otro también tandas de recortes con el objetivo de recortar el déficit público hasta unos niveles que pocos economistas consideran razonable.
Pero mientras al ciudadano de a pié se le exige seguir apretándose el cinturón al tiempo que pagar hasta el último céntimo de sus impuestos, a las grandes fortunas y defraudadores se les pone una alfombra roja. La anunciada reforma fiscal llega acompaña de una carambola indecente. Hacienda va a cerrar los ojos al blanqueo de capitales, que va a ser posible sólo con abrir una cuenta corriente.
El borrador de la orden ministerial no contempla ninguna medida para controlar el origen de los fondos no declarados hasta ahora y que se ingresen en una cuenta corriente, lo que abre la puerta al blanqueo de capitales.
¿Son los motivos de este trato preferencial sólo recaudatorios? Más información.