Vivimos una época especialmente alegre para los bramadores del Fin del Mundo. No estamos ante un fin de milenio, pero financieramente la época augura cambios importantes.
El Mundo no se va a terminar, digan lo que digan los mercados y sus falsos ídolos. El trabajo concienzudo, la capacidad de sacrificio y el placer por hacer los cosas bien se acaba imponiendo al dinero fácil.
Algunos dirán que mis palabras suenan bien pero no se ajustan a la realidad. Puede ser, vende más el catastrofismo, pero las civilizaciones que han aunado esfuerzo y visión han prosperado a lo largo de la historia. Y estoy convencido que esta crisis está despertando a la gente, sacudiendo conciencias y poniendo los cimientos de una sociedad más sólida.