- Las empresas montadas entre amigos tienen peores resultados económicos
- Huya de las 3F: Family, Friends and Fools
- Para una relación empresarial fructífera hay que respetar las jerarquías
Es casi obligado hablar de los amigos cuando se está en un proceso de búsqueda de financiación ya sea para una empresa o simplemente para un proyecto como puede ser la puesta en marcha de una línea de exportación. Con los bancos cerrados en banda a la concesión de crédito, se impone lo que los libros de emprendimiento denominan como las tres F: Family, Friends and Fools ( Familia, amigos y locos).
La realidad es que los tres tienen sus ventajas y sus inconvenientes, pero en esta ocasión nos vamos a centrar en los amigos. Ellos son en muchos casos la primera opción. Suelen ser los primeros con los que se comparte por primera vez la idea del negocio y las ilusiones se transmiten y a veces hasta se cultivan juntos.
Pero de ahí a dar el paso a convertirse en socio o en prestamistas hay un gran paso en el que se deben valorar muchas variables que serán claves para el éxito del negocio. Una investigación de los profesores Paul Gompers, Vladimir Mukharlyamov y Yuhai Xuan, del el National Bureau of Economic Research de EE.UU. titulada The Cost of Friendship asegura que aquellos que valoran más las relaciones de afinidad personal a la hora de formar equipos de trabajo o relaciones laborales consiguen peores objetivos que los que eligen a sus colegas de trabajo o socios financieros en base a características más técnicas o formativas.
¿Qué aporta al negocio cada socio?
En otras palabras, según este estudio, las empresas montadas con amigos tienen peores resultados. Por supuesto que hay muchas excepciones a esta regla, pero seguro que todas ellas se han esforzado desde un primer momento en clarificar qué puede aportar al negocio cada uno. Que uno ponga el dinero y el otro el trabajo suele ser una fuente de conflictos casi segura en la medida en la que no se mantienen las relaciones de igualdad. Es fundamental que cada contribución tenga el mismo peso. Muchas veces, ocurre que quien aporta el dinero se considera con más poder y derecho, que su socio que contribuyó con la idea, o viceversa.
Definir tiempos y compromisos antes de firmar ningún papel también es muy importante. Irse de copas es algo muy distinto a trabajar, por eso conviene definir cuánto tiempo y con qué nivel de compromiso se va a dedicar cada uno de ellos. Si la relación es sólo financiera, el socio que aporta el capital debe comprometerse a no estar todo el día siguiendo su ‘inversión’ y a recibir la información puntual y periódica definida, pero nada más. De lo contrario, la tensión con el socio que se dedica 24 horas a la nueva empresa está servida.
Si los dos socios están al pie del cañón, el problema surge en el tratamiento. Los expertos aconsejan no trasladar la informalidad del bar a la oficina. Para que la relaciones empresariales sean fructíferas hay que respetar las jerarquías empresariales, que el trato entre amigos no sea un problema para otros socios u empleados, etc.
En esta línea es fundamental mantener muy separadas las vidas personales de la empresa, y valorar posibles situaciones de tensión como la separación de uno de los dos socios, problemas de salud en la familia que puedan afectar a la dedicación de cada uno. Realidades de este tipo, pueden afectar la dedicación de uno de los socios al proyecto y generar conflictos con la otra parte.
¿Qué está antes la amistad o el negocio?
Finalmente, los amigos necesitan explorar una cuestión muy delicada ¿qué está antes la empresa o la amistad? En caso de conflictos ¿qué se rompería antes?
Si no se separan adecuadamente estas dos dimensiones, si no se aclaran las condiciones y las reglas, el resultado puede ser lamentable: quedarse sin negocio y sin amigo.
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