A la hora de elegir un fondo de inversión hay que tener en cuenta un gran número de elementos que van a influir en el comportamiento de dicha inversión. Además de estos elementos también encontramos conceptos que pueden ayudarnos a evaluar de manera más precisa un fondo de inversión: Alpha y Beta son dos de estos importantes conceptos.
Es evidente que en la actualidad tanto la situación geopolítica cambiante como elementos tipo el precio de las materias primas, las fluctuaciones y los movimientos en las divisas, o las grandes decisiones macroeconómicas, influyen en los mercados de manera determinante.
Como inversores podemos y debemos tratar de estar atentos a todas estas cuestiones, pero también, conviene que nos fijemos en determinados indicadores que pueden ayudarnos a tomar decisiones más correctas en inicio. Alpha y Beta en los fondos de inversión son, como decíamos, dos de estos indicadores que, pueden ser muy útiles como verás a continuación.
Cuando hablamos de Beta en relación a un fondo de inversión, realmente estamos refiriéndolos a la sensibilidad que el fondo muestra en relación a los mercados de referencia. En el caso de Alpha, este indicador lo que nos proporciona es una idea sobre la rentabilidad añadida que un gestor de fondos es capaz de aportar de manera independiente al propio índice de referencia.
Si tomamos como ejemplo la renta variable de nuestro país el índice de referencia natural sería el Ibex 35. Sin embargo, como ya sabemos, existen muchos otros índices que además poseen particularidades propias derivadas de no sólo las áreas geográficas sino los propios modelos de gestión.
En un ejemplo práctico, cuando hablamos de Alpha, lo hacemos sobre el valor añadido que el gestor del fondo va a aportar en relación al resultado de un mercado de referencia en el que se inscribe dicho fondo. Por tanto, cuando este indicador resulta positivo, entendemos que efectivamente el gestor aporta un valor añadido.
Si en el ejemplo citado nos encontramos con un valor alpha de cero y un valor beta de 1,2 en un mercado al alza con un 10% de rentabilidad, el fondo habría obtenido ese 10% multiplicado por el valor beta, es decir, un 12%. Pero ojo, esto también funciona a la inversa en un escenario negativo. Si el resultado global respecto al índice de referencia había sido de -10%, el valor alpha no influiría, pero el valor beta haría que la caída fuera también del 12%.
¿Pero qué ocurre cuando el valor alpha es positivo? Pues que es cuando visualizamos realmente su influencia. En el mismo escenario anterior vamos a suponer un valor alfa de 3% y un valor beta del 1,2. En un resultado positivo con ese 10% de rentabilidad sobre el índice de referencia, nos encontraríamos con un 15% surgido de la suma del valor de Beta por 10% más el 3% del valor alpha. Pero, es en un escenario negativo donde todavía ganan más importancia ya que, en este caso, efectivamente nos iríamos a un -12% pero alpha serviría de amortiguador restándose a este resultado, con lo cual la pérdida se establecería en un – 9%, por debajo de la pérdida general.
Este tipo de cálculos se realizan sobre bases de datos históricas, sobre el papel cuando un fondo presenta un gestor estable y unos datos históricos suficientes, podemos realizar una valoración bastante precisa de dicho fondo, aunque, teniendo en cuenta que no estamos nunca hablando de datos ni situaciones estáticas, sino que éstas van moviéndose a lo largo del tiempo.
Por tanto, cuando valoramos un fondo de inversión, nos interesará que el ratio alpha resulte positivo, con lo cual, se nos proponga el mayor retorno posible por encima del resultado del mercado. En el caso del indicador beta, debemos recordar que con un mercado al alza nos apoyará ofreciendo mayores rentabilidades, pero en un escenario negativo también se sumará a las pérdidas.
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