Convendremos todos que, efectivamente, en los tiempos que corren el ahorro no es solamente una opción, una virtud a decir de algunos, sino que se ha convertido prácticamente en una necesidad, una necesidad que además, si buscamos que surta el efecto deseado debe ser sostenida en el tiempo, algo que, por ejemplo, con el verano en puertas, puede parecer difícil.
Y es que resulta prácticamente imposible no asociar el verano con las vacaciones, y por extensión las vacaciones con un periodo de relajación a todos los niveles, además de, en lo que al veraneo se refiere, un período de aumento de gastos sensible.
Sin embargo tenemos que ser rotundos; también se puede ahorrar en verano, y nos equivoquemos esto no significa que tengamos que quedarnos en casa sentados en el sofá, abanicándolos con el pay pay, simplemente tenemos que poner un poco más de atención a algo que resulta fundamental en todo proceso de ahorro; el hábito de ahorrar, la costumbre de buscar los puntos flacos de nuestros gastos para reducirlos.
Activar algunas ideas que pueden ser interesantes en este sentido es una buena opción también en el verano.
Vamos a revisar nuestros productos financieros
Probablemente y aunque nos parezca mentira, no vamos a encontrar mejor momento del año para sentarnos, centrarnos, y analizar realmente la importancia de los diferentes productos financieros que tenemos. Esta será la primera tarea dentro de estos hábitos de ahorro un análisis de nos puede llevar perfectamente a prescindir de determinadas cuentas, de algunas tarjetas, agrupar algunos productos de ahorro, agrupar los productos de aseguramiento… en definitiva optimizar si no lo hemos hecho ya nuestros productos financieros, que es una actividad que nos va a proporcionar seguro un buen ahorro.
Por otro lado, sobre todo cuando nuestras tarjetas de crédito poseen recargo por la retirada de disponible, el verano se convierte en un momento perfecto para, al contrario de lo que pareciera, utilizarlas en menor medida y por tanto generar menor número de comisiones.
Consumir con cabeza
Desde luego el verano es un momento muy propicio para incitarnos a soltar la melena del gasto, un momento en el que el consumo, al estar en vacaciones, se nos presenta en todas sus vertientes y facetas, y al que sin duda después de un año de trabajo (los afortunados que poseen trabajo) apetece entrar de frente y olvidarse de las apreturas; pues bien si esto fuera una lectura interactiva total en este momento sonaría un agudo pitido que señalaría el error de esta actitud.
No se trata de no consumir, se trata de buscar el consumo y no aplicamos a lo largo del año, el que de manera más directa se relacione con el periodo de vacaciones y racionalizarlo.
Debemos entender que si a nuestros gastos de consumo habituales en conceptos como ocio, cultura, deportes y otros conceptos más estables como alimentación, telefonía, etc, añadimos los gastos propios que un veraneo puede generar vamos, como poco, a duplicar la base de nuestros gastos; conclusión podemos gastar pero tenemos que pensar previamente en qué y cómo. Este trabajo previo de recapacitar sobre el conjunto de gastos del verano, sin duda, nos va a evitar la incomodidad de mantener una tensión constante sobre lo que gastamos, o peor de no prestar ninguna atención a lo que gastamos e incorporarnos al trabajo no sólo con el estrés post vacacional, sino también con agujero importante en la estabilidad de nuestra economía doméstica.
imagen soniaml pixabay.com