Si el lector en las últimas semanas se acercaba a aquella noticia que nos venía a situar a la cabeza de Europa en algo tan cuestionable como los sueldos más altos de los banqueros, es probable que no lo sorprenda tampoco el título de este artículo, ya que, parece que efectivamente, en una especie de chiste sin gracia, nos estuviéramos convirtiendo en la cabeza de estudios e informes negativos, cuando lógicamente lo que desearíamos estar a la cabeza de estudios e informes positivos.
Según la auditoría del Tribunal de Cuentas Europeo (TCE) tras la comparación de las facturas sobre 24 proyectos viales en los cuatro países en los que más kilómetros de carretera con apoyo comunitario se construyeron en lo que vamos de siglo (España, Polonia, Grecia y Alemania) el coste medio de los proyectos analizados en nuestro país (tres en Extremadura y tres en Andalucía) resulta ser prácticamente el doble del mismo número de proyectos editados en Alemania, eliminando de esta ecuación cuestiones como los viaductos y túneles.
El citado informe, no se queda ahí, y recomienda a la Comunidad Europea la investigación de los motivos por los que se han generado estas diferencias, ya que, con muy buen criterio, se plantea que los rangos de licitación en contratación tengan garantía de resultados económicos en todo el ámbito de la Unión Europea.
Es cierto, que en estos cuatro países no estamos a la cabeza del gasto por kilómetro construido, aunque sólo por una diferencia de 3000 € por kilómetro construido con respecto a a Polonia; en nuestro país cada kilómetro de superficie de carretera terminado cuesta 160.694 euros, mientras que en Polonia cuesta 163.379; pero es que en Alemania cuesta 87.217.
Entre diversas apreciaciones, nos interesa destacar que en este informe, al margen de cuestiones como las diferencias salariales o las diferencias de orografía, se apunta de manera expresa a los procesos de adjudicación de los proyectos, en los que, se precisa, en raras ocasiones se eligen las ofertas más baratas. En el caso de España y Grecia, sólo las compañías autorizadas por el propio ministerio de economía pueden llegar a presentar ofertas, mientras que en el caso de Alemania y Polonia esas ofertas son abiertas.
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