El vino cada vez conquista a más gente. No sólo por el placer que da tenerlo de acompañante en una comida, sino porque se ha convertido en un complemento perfecto para la cartera de inversión.
La incertidumbre que se ha instalado en las bolsas, unida a la crisis de deuda de los países europeos, ha llevado a los inversores a buscar activos menos arriesgados donde poner su dinero. Uno de los productos más atractivos en lo que llevamos de año está siendo el vino, que cuenta con indicadores y hasta con fondos de inversión especializados. Todos tienen, por cierto, unas rentabilidades muy elevadas.
El índice Liv-Ex 100 –el indicador donde cotizan los vinos más caros del mundo-, cerró el pasado mes de septiembre en máximos históricos. Desde enero, la rentabilidad de este selectivo se ha disparado nada menos que un 28,77%, marcando su nivel más elevado desde julio de 2001, cuando empezó a cotizar. Esta rentabilidad poco tiene que ver con indicadores como el Ibex 35, que se ha dejado un 9% en 2010, o el Dax alemán, que apenas ha subido un 7,5% en este mismo periodo.
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