Gobierno y Comunidades…¿A tortas por los impuestos?

 

Por la puerta de atrás y en el Senado. Así se libra la siguiente batalla entre el Gobierno central y las Comunidades Autónomas. El Partido Popular ha introducido una enmienda a los Presupuestos de 2013, en la que se establece un impuesto a los depósitos bancarios. Pero tranquilos, que esto no es un tributo al ciudadano, sino a los bancos, y como tal tendrá un tipo hiper reducido: el 0%. Es decir, que en la práctica es un ‘no impuesto’, ya que la única finalidad que tiene es evitar que las Autonomías –como venían haciendo Andalucía, Extremadura y Canarias- puedan aplicarlo porque dos administraciones no pueden gravar el mismo hecho imponible.

Pero es que además se da una curiosa paradoja. Como estas regiones ya estaban aplicando la tasa sobre depósitos –con un aval del Tribunal Constitucional-  el Ejecutivo tendrá que compensar la caída de ingresos vía Presupuestos. Es decir, que lo pagaremos todos los españoles. ¿Y por qué entonces llevar a cabo una medida como esta? Difícil estar en la mente del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que últimamente se ha convertido en un especialista en sacar dinero de debajo de las piedras, pero podemos encontrar distintas teorías todas ellas con más o menos fundamento:

  1. Montoro ha decidido dejar de ser Ministro de Hacienda por un día, y convertirse en “el justiciero” de los ciudadanos. Vela porque no haya desigualdades fiscales entre autonomías y, por lo tanto, luchará contra viento y marea contra aquellos impuestos que sean discriminatorios. (En este punto le recomiendo que mire al euro por receta, el céntimo sanitario, sucesiones, etc.)
  2. Hacienda se ha dado cuenta de que este impuesto se le había escapado y, por lo tanto, ha optado por cubrirse en salud. Se lo ‘robamos’ a las autonomías, lo dejamos a un lado y, después, ya veremos qué hacemos con él.
  3. Como el visto bueno del Tribunal Constitucional ha llegado esta semana –pese a llevar recurrido desde 2002- y, por lo tanto, estas Comunidades podrían obtener el dinero que tenían retenido hasta ahora. En el caso de Extremadura unos 200 millones, que le vendrían muy bien para pagar la extra de navidad de los funcionarios. Ahora será el Gobierno quien tenga que abonarlo, y ya se sabe… Un retrasillo por aquí, otro por allá… Y nos hemos puesto en el verano, y evitamos tentaciones de otras zonas del Norte.
  4. No quisiera yo pensar que las palabras de la Asociación Española de Banca (AEB) sobre todo este asunto, han influido en el ánimo del Gobierno. (Lean el texto, y juzguen ustedes mismos).

Seguramente ninguna de estas teorías será la válida. Porque en esta vida todo se puede justificar. Para eso hablamos de política económica. Pero lo que está claro es que el Gobierno y las Autonomías van a vivir a partir de ahora una encarnizada batalla por los impuestos a los ciudadanos. Hay que recortar, hay que ingresar y, por lo tanto, la imaginación va a estar al poder que, seguro, todavía hay mucho más que gravar.

Pero el problema que tenemos en España, y nadie lo quiere afrontar pese a que son muchas las voces que lo piden, es que hay que reformar el sistema tributario español. Hay que adaptarlo al siglo XXI, hay que definir bien qué administración tendrá poder sobre él, a quiénes va a gravar y de qué manera.

Esto es algo que se está haciendo en todo el mundo. Lo confirma un informe de PwC donde se habla de dos tendencias básicas: la primera es a rebajar el impuesto de sociedades y aumentar la base imponible reduciendo –por ejemplo- las deducciones. Algo que, en España, es el pan nuestro de cada día. Por el otro lado, la tendencia es ir trasladando el peso recaudatorio hacia la imposición indirecta, frente a la directa. Un cambio que, normalmente, suele ir acompañado de una rebaja de la presión sobre las rentas del trabajo. Y como ejemplo, tenemos el caso de Holanda.

¿Lo veremos entonces? Sinceramente, lo dudo. Más que nada porque requeriría de un amplio consenso político y social. Y dudo mucho de que estemos dispuestos a abrir un melón que, desgraciadamente, en España es más ideológico que económico. Apostaría lo que sea a que terminaría reduciéndose al debate sobre ¿directos o indirectos? ¿derecha o izquierda? y ya puestos, por qué no, a ¿sotas o bastos? ¿cara o cruz? Así somos. Mientras tanto, ustedes tranquilos, que con nuestro sistema impositivo de principios de los 80, seguirá cayendo la recaudación. Eso sí, tengamos claro que como decía Roosevelt, en esta vida sólo hay dos cosas ciertas: la muerte y los impuestos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.