Aunque muchos de los habitantes de Kowloon viviesen en paz entre las estrechas e insalubres calles de la Ciudad amurallada, el tráfico y consumo de droga, así como la prostitución florecían en cada rincón, en gran parte por la afluencia de los colonos británicos.
La mafia controló la actividad delictiva durante décadas hasta que la policía de Hong Kong, a principios de los 70, decidió poner en marcha un plan con el que 3.000 policías entraron en la ciudad sin ley.
Pese a que ha sido descrita como el nicho perfecto de las actividades ilegales, lo cierto es que Kowloon era un lugar en el que la población se organizó sin policía, sin autoridad y sin ley escrita. La mayor parte de la población no estaba envuelta en actividades delictivas y pasaba el día a día pacíficamente entre los muros y sobre las azoteas.
Si quieren saber más y ver fotos, pasen a la cuarta página.