Este pasado lunes se ha convertido en los mercados bursátiles de China en un lunes negro, con su histórico descenso del 8,49 por ciento, ha arrastrado consigo, los valores más importantes de los mercados de Europa, Estados Unidos y América Latina
Pero muchas personas se acordaran y algunas las vivirían en sus propias carnes, la tremenda caída que tuvo la bolsa el 19 de octubre de 1987, cuando todos los índices bursátiles cayeron en picado hasta estrellarse contra el suelo y ocasionando pérdidas multimillonarias entre los profesionales y también los particulares.
El índice bursátil Dow Jones que contaba con casi 100 años de historia por aquellos entonces, tampoco fue una excepción y tuvo un desplome como nunca antes había conocido. Su caída fue tal, que llegó a un 22,6 por ciento en un solo día. Fue la mayor caída de todos los tiempos superando incluso el famoso crac de 1929 y desde entonces fue bautizado para todos como lunes negro.
La magnitud de lo acontecido en tan sólo unas pocas horas hizo que los inversores estadounidenses contaran sus pérdidas en 550.000 millones de dólares. El lunes negro no discrimino a nadie, hizo que personas como Bill Gates perdieran 255 millones de dólares, los fundadores de los almacenes Wal-Mart la enorme cantidad de 1750 millones de dólares y Warren buffet 347 millones de dólares.
Pero las pérdidas no se centraron sólo en Estados Unidos, ya que fuera de allí también se obtuvieron pérdidas muy escandalosas. Las más destacadas fueron las del británico Footsie 100 que vio cómo su índice bursátil bajaba un 12,2 por ciento y el índice japonés Nikkei 225 que lleva disminuir un 14,9 por ciento.
En el momento en el que empezaron a llegar las pérdidas, todas las miradas se centraron en la Reserva Federal, pero el motivo no se debía únicamente a que fuera el Banco Central de Estados Unidos, en gran parte iban dirigidas hacia el nuevo jefe Alan Greenspan que había sustituido a Paul Volcker el 11 de agosto tomando posesión como presidente de la Reserva Federal.
Greenspan era consciente que había tomado el cargo en un momento difícil, ya que durante el último año la tasa infracción había pasado del 1,9 al 3,6 por ciento. La Reserva Federal sabía que su modo de actuar pasaba por subir los tipos de interés y a principios de septiembre actuó de esa manera. A partir de ahí todas las miradas se centraron en los tipos de descuento, que es el interés que el Banco Central cobra a las entidades por el dinero prestado, y estos fueron elevados del 5,5 al 6 por ciento. A su vez los tipos oficiales se elevaron en consideración y pasaron del 6,75 al 7,25 por ciento.
Esta medida adoptada por Greenspan le hacía temer que los recortes de Wall Street tuvieran un gran impacto por ese aumento, aunque apenas fueron de un 2 por ciento en los días siguientes, para volver a retomar las compras sin más preocupaciones.
El nefasto 19 de octubre
El tiempo para actuar era decisivo y de la misma forma que los inversores, la Reserva Federal sabía que se tenía que actuar con urgencia. Greenspan suspendió sus compromisos e insistió en que era necesario hacer un comunicado oficial en el que afirmaba que según las responsabilidades como Banco Central de la nación ofrecía disponibilidad para servir como fuente de liquidez, con la intención de apoyar el sistema económico y financiero. Gracias a su discurso breve pero directo consiguió calmar los ánimos.
Los esfuerzos claves por parte de la Reserva Federal para atajar el problema fueron sus negociaciones con el fin de evitar que Wall Street cerrara sus puertas, iniciando tres descensos de los tipos de interés entre los meses de noviembre y febrero que pasaron del 7,25 al 6,25 por ciento, evitando así el temor que el lunes negro terminara en otra gran depresión.
¿Qué fue lo que realmente ocurrió para que se ocasionara el lunes negro?
Los motivos para que se ocasionara el lunes negro fueron diversos. Estudios realizados posteriormente, algunos de ellos patrocinados por las principales instituciones económicas norteamericanas, señalaban como culpable el gran déficit público que Estados Unidos acumulaba por entonces, desvirtuando así las expectativas de los mercados. Otros culparon el aumento de los tipos de descuento en septiembre. La nueva tecnología que acababa de implantarse tampoco salió bien parada, ya que se acaba de conectar el mercado de contado de Wall Street junto con el de derivados de Chicago, esto propició que cuando comenzaron los descensos los sistemas de venta se pusieran en alerta y produjeran una situación de pánico. Por otro lado las operaciones especulativas durante los meses y los años anteriores al hundimiento bursátil de 1987 derivadas de compras de participaciones apalancadas, adquisiciones y capturas de empresas se señalaron como parte de los factores culpables del acontecimiento catastrófico que se originó el lunes 19 de octubre de 1987.
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