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Nueva York, 8 de marzo de 2023
Nueva York, 8 de marzo de 2023 /PRNewswire/ — El Día Internacional de la Mujer debe hacernos recordar el poder de la educación. Todos nos hemos beneficiado de una educación que hace menos de un siglo no era accesible para las niñas y que, aún hoy en día, continúa siendo una utopía para millones de ellas.
Sé, por experiencia propia y por la de mi hija, que recibir una educación de calidad nos empodera; este hecho es una verdad universal para todas las niñas del mundo. La educación contribuye a que las niñas sean capaces de cumplir sus sueños y objetivos y, lo que es más importante, les permite empoderar a otras niñas. La educación de calidad nos abre la mente, nos nutre el alma y nos proporciona las herramientas que necesitamos para alcanzar todo nuestro potencial a lo largo de la vida.
Sabiendo que más de 120 millones de niñas se ven afectadas por conflictos armados, desplazamientos forzosos y desastres climáticos, los cuales les impide acceder a una educación de calidad, no podemos ni debemos permanecer indiferentes ante su humanidad, sus derechos, su potencial y sus sueños.
Debemos dar un paso al frente —unidos como comunidad mundial del siglo XXI— y decir basta a la violencia de género, al matrimonio infantil y a las desigualdades en el lugar de trabajo, así como oponernos a que las mujeres y las niñas se vean privadas de una educación de calidad, independientemente del lugar del mundo en el que se encuentren.
Es necesario que concentremos nuestra atención en los millones de niñas que se encuentran más rezagadas a causa de emergencias y crisis prolongadas. No me cabe duda de que estas niñas, precisamente por la situación de dolor y desposesión y por el grado de desconsuelo al que se enfrentan, albergan un potencial y una capacidad excepcionales para alcanzar metas extraordinarias e inimaginables, sea cual sea la profesión que elijan. Cuando la resiliencia de estas jóvenes se une a una educación de calidad, adquieren una fuerza extraordinaria para realizar aportes de gran valor a la sociedad y al país en el que viven, así como al mundo en general. Son un tesoro que no podemos perder, por el bien de todas las personas.
Para cumplir nuestras promesas, debemos garantizar que todas las niñas dispongan de educación de calidad durante 12 años. La educación es la herramienta que permitirá a las niñas atrapadas en conflictos en zonas como Ucrania y el Sahel; a millones de niñas privadas de su derecho humano a la educación en Afganistán; y a las niñas desplazadas de sus hogares en América del Sur, Asia, Oriente Medio, África e incluso Europa y América del Norte, labrarse una vida más próspera y construir un mundo mejor para todas las personas.
Podemos y tenemos la obligación de empoderarlas para que rompan las cadenas de miles de años de desigualdad y derriben ese techo de cristal de una vez por todas, de manera que podamos proclamar a esta generación como la «¡Generación Igualdad!» y, por ende, como «La generación que dio rienda suelta al potencial de la humanidad».
La magnitud de este desafío es enorme: la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), asociada con el fondo Educación no puede esperar (ECW), estima que hay 129 millones de niñas sin acceso a la escuela en todo el mundo, de las cuales, 32 millones cursan primaria y otros 97 millones, secundaria. En el caso de las niñas atrapadas en conflictos y crisis, la situación es aún peor: dos de cada tres niñas que viven en contextos de crisis humanitarias no llegan a la escuela secundaria. Además, si la tendencia actual se mantiene, en 2025, el cambio climático se convertirá en uno de los factores que impedirán que 12,5 millones de niñas completen sus estudios cada año, de acuerdo con el Fondo Malala.
Cuando invertimos en la educación de las niñas, estamos invirtiendo en el futuro de toda la humanidad, en nuestra civilización, en nuestra evolución y, sobre todo, en los derechos humanos y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Como fondo mundial de las Naciones Unidas para la educación en las emergencias y las crisis prolongadas, el fondo ECW ha logrado la paridad de género entre niñas y niños en las inversiones destinadas a la Primera Respuesta de Emergencia y al Programa de Resiliencia Plurianual. Asimismo, se ha comprometido a promover inversiones basadas en la equidad de género, en el marco del Plan Estratégico de 2023-2026. Por otro lado, a través de inversiones inteligentes, como nuestras nuevas subvenciones del Mecanismo de Aceleración para la igualdad de género, estamos creando los bienes públicos y el movimiento mundial que necesitamos, para generar un cambio transformador en el sector.
Imaginemos el impacto económico y social que se conseguiría si todas las niñas del planeta pudieran ir a la escuela durante 12 años. Según un estudio del Banco Mundial, «las escasas oportunidades educativas de las niñas y los obstáculos que les impiden completar 12 años de educación ocasionan a los países pérdidas de productividad e ingresos a lo largo de toda la vida que oscilan entre los USD 15 billones y los USD 30 billones». Imaginemos la transformación de este mundo, que necesita dejar atrás a la pobreza extrema de forma urgente, para lograr la equidad; imaginemos un mundo que garantice la paz, la seguridad y los derechos humanos para todas las personas. En Carta de las Naciones Unidas de 1945, nos comprometimos a alcanzarlo. No es una utopía, es una posibilidad real. Sabemos lo que hay que hacer: empoderar a las niñas por medio de una educación de calidad.
No cabe duda de que la educación es la respuesta.
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FUENTE Education Cannot Wait