Mañana será el primer martes después del primer lunes del mes de noviembre, la fórmula para marcar el día de las elecciones en Estados Unidos. Obama y Romney pelean hasta el último voto, con una especial incidencia en el colectivo de los hispanos. Hasta ahí, lo que todos sabemos o hemos leído en la prensa. Pero la pregunta que nos podemos hacer, en plena crisis y con la internacionalización de las empresas españolas como única salida útil, es ¿quién les conviene más a las empresas españolas, Obama o Romney?
Si todo lo centramos en cuestiones ideológicas, no cabe hacerse esta cuestión. Cada cual con lo que cree, a sabiendas de que tanto demócratas como republicanos son, traducidos a lo que estamos acostumbrados en Europa, partidos conservadores. Desde un punto de vista puramente económico o empresarial, lo que habría que tener claro es si a los intereses españoles en EEUU les conviene más el continuismo de Obama, con el que no nos ha ido mal en los últimos años, o la reconversión hacia la derecha que propone Romney y que, supuestamente, está más acorde con los planteamientos empresariales.
Una máxima muy seguida en política económica es la de no cambiar las cosas cuando van bien y funcionan. Si seguimos ese sabio consejo, hay que reconocer que la imagen de las empresas españolas en Estados Unidos ha ganado mucho en los últimos años. Insisto y digo bien, “la imagen de las empresas españolas”, no la imagen de España como país y sus políticos, que pasa por otros derroteros.
Hace cuatro años, en las anteriores elecciones presidenciales, Obama daba un discurso desde la planta de aerogeneradores de Gamesa, y recordaba que en países como España hay un tren rápido que te lleva a tiempo a todos los sitios. Nuestro país ha sido uno de los que más han aprovechado los contratos del famoso Plan Obama y sus inversiones millonarias. Una empresa eléctrica española, dentro de ese plan, genera la tercera parte de toda la energía eólica que se construye en Estados Unidos. Los mayores proyectos de energía solar en estados como California, también están liderados por empresas españolas.
Las empresas españolas construyen autopistas, ponen tranvías urbanos y trenes rápidos en el viejo ferrocarril americano, construyen vagones de metro, hacen túneles bajo el agua para entrar a Manhattan o son los mayores fabricantes de anticuerpos sanguíneos en la primera economía del mundo. Hace apenas cinco años, a la mayor feria del mundo de biotecnología, que se celebra cada año en EEUU y que domina el mercado mundial, fueron apenas diez empresas españolas; en los últimos tres certámenes, han ido más de cien empresas españolas a vender “drogas y bacterias” (así lo llaman allí) y media docena se está instalando en la costa Este. Y ni que decir tiene como envidian los políticos y empresarios americanos, del partido que sea, el modelo español de Seguridad Social y su uso de las nuevas tecnologías.
Podríamos seguir mencionando hitos y ejemplos de cómo se aprecia a las empresas españolas en EEUU (insisto, la Marca España es otra cosa todavía). Pero una cuestión está clara: con Obama no nos ha ido nada mal. En los tiempos que corren, seguir estando en su mente como referencia empresarial, nos vendrá muy bien.
Foto: CCAustien Hufford