«Luke, soy tu padre» o «que la fuerza te acompañe». Esa son, creo yo, dos de las frases más recordadas del cine de todos los tiempos. En StarWars, el lado oscuro de la fuerza amenaza constantemente a nuestros héroes. Algo parecido ocurre con nuestras finanzas. El lado oscuro de las finanzas personales (léase, deudas) nos amenaza constantemente a atraparnos entre sus garras y no dejarnos salir nunca más. Y uno de los instrumentos que tiene el lado oscuro para conseguirlo es la tarjeta de crédito.
En primer lugar, es bueno definir que es una deuda. Una deuda es cuando tienes que pagarle a una persona o empresa una suma de dinero que les has pedido prestada. Las tarjetas de crédito es, como su nombre lo indica, un crédito o préstamo que te da Visa, Mastercard o cualquiera de esas empresas para comprarte algo en el momento en que no dispones dinero. La empresa, como cualquier acreedor, espera que le devuelvas el dinero cuando te llegue el extracto o la liquidacion de la tarjeta, indicando cuanto tienes que abonar.
Una deuda irá aumentando mucho más rápido de lo que uno espera si ésta no se paga en las condiciones que se especifiquen. Las tarjetas de crédito, por lo general, son las grandes culpables de que la gente contraiga grandes deudas. Poco a poco, si no pagas, llegará el momento en que la deuda sea insostenible.
Pero las tarjetas de crédito en si no son el problema. De hecho, nos sacan de un apuro y nos ayudan a obtener antes lo que queremos. En general, la culpa de las grandes deudas por tarjetas no es de los plásticos sino de los que la utilizan. En este punto, es muy importante contar con una sólida educación financiera.
El gran problema para las finanzas, cuando el lado oscuro de la fuerza te atrapa, es cuando el poseedor de la tarjeta de crédito la utiliza y no paga todo lo que debee cada mes. Aquí, el banco te cobrará intereses sobre el total. Y aquí está lo más peligroso de todo. En lo que respecta a las tarjetas de crédito, el poder de lo que se denomina interés compuesto termina siendo perjudicial para ti.
Cada mes, el interés que te cobra la empresa de tu tarjeta de crédito sobre la deuda se convierte en parte del pasivo del mes siguiente. Esto es el interés compuesto: el capital sobre el cual se calculan los intereses aumenta constantemente. Dicho de otro modo, pagas intereses sobre los intereses. Cuando abonas una proporción menor de tu deuda mensual, los intereses aumentan y tardas más tiempo en cancelar la deuda.
Según un estudio realizado por el Wharton High School, dependiente de la Universidad de Pensylvania, si cuentas con un saldo de 200 euros y sólo abonas 20 euros mensuales, necesitarás prácticamente un año para cancelar toda la deuda; si tu saldo llega a un total de 1.000 euros, el tiempo que te llevará será de 11 años. Ese importe de 1.000 dólares terminará teniendo un valor de 1.732 euros con los intereses incluidos. Estos importes varían de acuerdo al tipo de interés que cobre tu banco, pero es bueno para graficar de que manera funciona esto.
Si no llevas un control de tus cuentas, esto puede acarrear grandes problemas durante años. Como mencionabamos, los pagos atrasados, especialmente aquellos que son demorados en cancelar durante varios meses, reducirán tu puntaje de crédito, calificación que permite prever cuál es tu solvencia. Si el puntaje es bajo o si apareces en alguna lista de morosos, te puede resultar sumamente difícil realizar diferentes actividades, como acceder a un teléfono celular, adquirir un automóvil, obtener un seguro o alquilar un departamento.
Otro tema son los «ganchos» que ofrecen las empresas de tarjetas de crédito para que sus clientes gasten. El consejo es el mismo en lo que respecta a las promociones que ofrecen estas empresas, incluso después de haber recibido tu tarjeta de crédito. Las promociones que ofrecen no cobrar intereses durante tres o seis meses son geniales, pero asegúrate de no gastar más de lo que puedas pagar una vez que dicho período haya finalizado.
Luego de la debacle producto de las Hipotecas Subprime, en Estados Unidos se regulo el mercado de las tarjetas de crédito, de manera tal que las exigencias para otorgar una de ellas se pusieron más duras. Un ejemplo de ello es que todo menor de 21 años de edad que desee solicitar una tarjeta de crédito debe demostrar su solvencia económica o que uno de sus padres cumpla el rol de garante. De esta manera, la educación financiera deberá ser inculcada por el padre, quien le quitarña con toda seguridad la tarjeta si el muchacho/a no la utiliza con prudencia.
Finalmente llegamos a la palabra mágica: prudencia. Hay que ser muy prudente con los gastos, hay que tener mucho cuidado, ya que de otra manera, el lado oscuro de la fuerza estará acechando, lista para estropear tu vida y transformarla en una deuda constante…