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Un error que cometes (y tal vez no sabes) en tus finanzas personales

Si alguna vez te has preguntado a llegar a fin de mes, como es posible que lo que pensabas que te iba a durar todo el mes (en términos económicos) no lo ha hecho, y no has tenido ningún gasto imprevisto excepcional, es porque, probablemente estás cometiendo un error muy frecuente, y fácilmente solucionable.

Obviamente, no estamos hablando de aquellas economías que realmente se encuentran fastidiadas y a las que les cuesta llegar a fin de mes porque los ingresos son bajos y la relación gastos e ingresos son elevados. Aunque en esta situación, también lo que vamos a citar es importante, obviamente estamos  hablando de otro modelo y entorno en el que resulta complejo aportar soluciones desde fuera.

Sin embargo, para aquellas economías familiares que, por ingresos y gastos ordinarios, sus finanzas personales deberían estar saneadas, pero no lo están, lo más probable es que estén incurriendo en un error común: no tener un presupuesto.

¿Por qué la importancia de un presupuesto?

Te responderemos con otra pregunta ¿te imaginas una empresa en la que no existiera un presupuesto? En esa empresa el gasto y el ingreso funcionaría de manera totalmente aleatoria, alguien decide hacer un gasto y lo hace este dentro o fuera de lo razonable, los ingresos no se controlan y se parcelan, sino que directamente entran a la cuenta de gastos, donde, tampoco van a tener control.

Obviamente, nadie imaginó una empresa así. Esto sería inviable y la empresa quedaría arruinada en muy poco tiempo. Pues, realmente deberíamos tratar de concebir las finanzas personales de nuestra familia de manera similar. Sin un presupuesto es imposible un manejo correcto de las finanzas personales, y este es un error tremendamente habitual.

Lo que no es un presupuesto

Y otro error, tan grave o más, es creer que se tiene un buen presupuesto cuando no es así. Hay que tener en cuenta que, una hoja de Excel con números y vocaciones o intenciones no es un presupuesto. O, eso tan castizo de yo tengo mis cuentas claras y mi presupuesto en la cabeza, tampoco es un presupuesto.

Un presupuesto se compondrá de una fase de estudio, larga, en la que analizaremos profundamente nuestros gastos e ingresos. Pero, además, trataremos de optimizar los primeros. Es decir, es una fase de compromiso con nuestras finanzas personales en las que revisaremos contratos de suministros, mejoras de hipoteca, cualquier elemento, en definitiva, que nos suponga ahorrar gastos.

Una vez se ha realizado el estudio de gastos ingresos, llega la confección del presupuesto. Y debe ser riguroso.

Es decir, si hemos hecho bien el estudio, sabemos cuál es nuestra media de gasto en alimentación, en suministros, en ocio, etc. Debemos ajustarla a la realidad, dejando siempre una cantidad de dinero aparte para el ahorro o la inversión, se suele recomendar no menos de un 10% del ingreso bruto. Personalmente, apostaría si es posible incluso por más.

Con todo consignado, el presupuesto debe ser una especie de biblia a seguir a rajatabla. Nada de lo que no contenga el presupuesto debe ser contemplado y, por tanto, nada debe quedar fuera del mismo.

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