El oro, un valor seguro en la época de la volatilidad

Hace mucho, muchísimo tiempo, cuando el planeta no se preocupaba por conceptos como subprime, breakeven o stock option, Heráclito de Efeso promulgó una frase que dos milenios después sigue en plena vigencia: “Sólo los asnos prefieren la paja al oro”. Y forma parte activa de esa actualidad que tan a diario nos atañe porque en medio de la crítica situación económica internacional, el metal dorado ha adquirido cotas entre los inversores mucho mayores incluso que las de ser un tradicional valor refugio. De hecho, apenas un puñado de selectas materias primas pueden presumir de seguir la inmaculada estela de revalorizaciones del oro, que en menos de cuatro años, ha multiplicado su valor casi por seis, y cuyas perspectivas de cara al presente ejercicio es que continúe con la misma estela o, incluso, que la mejore. Veamos por qué.

El pasado martes, la onza de oro cotizó plana, con una pequeña subida intradía que le hizo cerrar en 1.711,40 dólares. El presente año no está resultando tan boyante para el preciado metal en los mercados como el anterior, pero aún puede presumir de seguir apreciándose mientras las dudas continúan sembrando los mercados de renta variable. Y es que 2011, junto a 1980, fueron los dos años récord en la historia del oro. Las dudas sobre el sistema financiero y su condición de valor refugio (sirve también sustituir este calificativo por ‘tangible’) ha hecho que la mayoría de gestoras e inversores hayan hecho un hueco en sus carteras para el oro, como fuerza de base para minimizar pérdidas en caso de que las Bolsas vuelvan a las andadas.

Condiciones propicias

Hay diversas razones por las que el oro ha recuperado el prestigio de antaño entre los inversores del planeta. El principal de ellos es el miedo. El terror que sacudió los mercados de todo el mundo tras la quiebra de Lehman Brothers condenó a vivir bajo el paraguas de la desconfianza a la renta variable. Los depósitos y los bienes tangibles se convirtieron en los preferidos por el capital, harto de burbujas que periódicamente acaban por explotarse arrollándolo todo a su paso. Fue el colofón a unos meses anteriores en donde el oro, al igual que el resto de materias primas, había experimentado una revalorización sin precedentes, al calor de las subidas incesantes del crudo, tanto en su versión norteamericana del barril West Texas como en su compañero europeo Brent. Poseer un bien físico que se pudiera tocar, guardar y mantener, pudo con la tentación de los papeles llenos de números de las Bolsas.

Pero es que además, tras las medidas llevadas a cabo en los dos últimos años de los dos principales bancos centrales –la Fed de EEUU y el BCE de Trichet– de recortar hasta el mínimo posible los tipos de interés para animar las inversiones, ha disparado un temor todavía mayor: el de una espiral inflacionista que vuelva a volar por los aires cualquier aspiración a una temprana recuperación del comercio mundial. Por si fuera poco, en este panorama teñido de incertidumbres, ha aparecido China comprando todo lo que tenga que ver con el oro. En sólo cinco años, ha doblado sus reservas estratégicas de este material y se ha convertido ya en el quinto país mundial en reservas agregadas. La intención de las autoridades del país es ir poco a poco transformando sus dólares en oro: un auténtico cambio de voluntades que marca muy bien las tendencias de la economía global.


Un bien escaso

Hace una década, los bancos centrales de los grandes de la UE, entre ellos España, decidieron reducir progresivamente su exposición estratégica al oro. Más del 90% de las reservas europeas se concentraban en este material, cuyo precio no dejaba de caer sin parar. De hecho, a finales de 1998 marcó su suelo, en menos de 250 dólares la onza. Justo diez años después, llegó a superar los 1.000 $, y en la actualidad bordea la frontera de los 1.800. Hoy, los bancos centrales europeos todavía mantienen un respetable 60% de sus reservas en oro, si bien las pérdidas por haberse desprendido del 30% han sumado en estos años más de 30.000 millones de dólares, según el Financial Times. ¿Se imaginan todo lo que podría hacerse en la actual época de crisis con ese dinero? A pesar de todo, el club comunitario sigue liderando el mercado del oro, ya que la media mundial de reservas apenas abarca el 10,5%.

La pregunta entonces, parece clara: ¿Cómo es posible para un inversor particular oro y cuánta cantidad necesitamos en nuestra cartera como salvavidas? Actualmente, el metal dorado puede comprarlo cualquiera en forma de lingotes de casi el 100% de pureza y cuyos precios oscilan entre los 5.000 y los 20.000 euros, en base a sus medidas. Aunque también podemos adquirirlo por medio de fórmulas más convencionales como los certificados de depósitos, los fondos de inversión o los futuros de oro. En concreto, el vehículo de los ETFs es la forma más utilizada ahora mismo para invertir en este mineral.

¿Por qué oro?

Porque es tangible, porque siempre va a tener valor y porque es muy barato fiscalmente hablando. Uno de los mayores atractivos para la compra de oro es que su adquisición está exenta de IVA, tal como consta en el capítulo V del Régimen Especial del Oro de Inversión y en el artículo 140 de la Ley del Impuesto sobre el Valor Añadido 37/1992. Según varios expertos sobre los que he hablado de este tema, un mix adecuado en nuestra cartera debería contener en torno a entre un 15% y un 20% de inversión en bien físicos, como el oro. En tiempos de crisis como los actuales, podríamos aumentar nuestra exposición hasta el 30%. Una buena manera de paliar la volatilidad de la renta variable y de asegurarnos un colchón en el que apoyarnos si nos vienen mal dadas.

1 comentario en “El oro, un valor seguro en la época de la volatilidad”

  1. No se yo si es tan buena inversión ahora mismo el oro cuando cotiza a precios de burbuja…

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