¿Porqué Tokio y no Madrid? Esa es la pregunta que muchos se hicieron el pasado domingo por la noche nada más conocer que los Juegos Olímpicos del 2020 se celebrarían en la capital japonesa y no en España. ¿Porqué no una capital española que pretende dar un cambio progresivo a su economía y sí Tokio, quien ha mejorado en los últimos meses en el gasto de capital?
Desde el punto de vista económico realmente Tokio no tenía rival en la carrera por los Juegos Olímpicos. Estamos hablando de Japón, la tercera economía más grande del mundo y en claro proceso de recuperación. Sus últimas cifras fortalecieron los argumentos de su elección. Sin ir más lejos, la noticia de la futura llegada de los Juegos supuso el impulso del índice nikkei de la Bolsa de Tokio hasta el 2,5%, cerrando con 14,205.23 puntos, el nivel más alto desde el pasado 6 de agosto.
La economía de Japón se ha extendido mucho más rápido que lo previsto inicialmente en el segundo trimestre. La mejora en el gasto de capital llevó a una revisión al alza en el PIB del periodo comprendido entre abril y junio, lo que llevará a una tasa anualizada de un 3,8% desde el 2,6% previo. Supone, por tanto, el tercer trimestre consecutivo de crecimiento, lo que facilitará que el Gobierno nipón pueda elevar el impuesto sobre las ventas en la fecha prevista.
A esto hay que añadirle que el crédito bancario subió un 2% en el año hasta agosto, y los préstamos de los grandes bancos consiguieron el incremento más veloz en los últimos cuatro años, lo que significa que haya muchos más préstamos en el país para iniciar nuevas inversiones y proyectos.
No hay que olvidar que Japón logró salir de la recesión ya en el 2012. Tras conseguir aquello se auguraban unos tiempos meridianos para la economía del país, pero vistos los resultados está creciendo mucho más de lo previsto. El propio Banco de Japón anunciaba hace unos días, incluso antes de la elección de Tokio, que la economía del país se estaba recuperando moderadamente, gracias especialmente también a la mejora del resto de países.
Lo cierto es que analizando las cifras económicas de un país y otro la elección de Tokio no supone ninguna sorpresa. Es más, todo lo que hubiera significado que la balanza se decantara en favor de Madrid sí que hubiera sido cuando menos sorprendente.