Cualquiera que haya vivido el trauma de la crisis global del crédito estará psicológicamente preparado para el Armagedón financiero de los próximos años. De ahí el gran atractivo de historias como “fin de los tiempos ‘”, la desaparición del dólar, la ruptura del euro, y la implosión de las finanzas públicas de los japoneses.
La justificación de una crisis de deuda de Japón es clara. Este año, por primera vez, el presupuesto japonés será más dependiente de la emisión de bonos que de los ingresos fiscales. La proporción de la deuda pública bruta y el PIB de Japón ha sobrepasado un 200%.
Las agencias de calificación ya han dado la voz de alarma, con la entrega de Standard & Poor’s de una rebaja en la calificación de la deuda japonesa en enero. Las únicas personas que parecen relajados sobre las finanzas públicas japonesas son los vigilantes del mercado de bonos.
Lejos de la Lehman que viene o “el próximo Grecia”, el mercado es la calificación que el gobierno japonés espera. La deuda japonesa posee las tasas de interés más bajas desde los tiempos de Babilonia.
Hay sólo dos explicaciones posibles para esta divergencia de puntos de vista extraordinaria, ambas preocupantes. O bien el mercado de bonos de Japón está simplemente equivocado, o nuestra comprensión de la crisis de crédito es errónea. Sabemos que los mercados pueden estar equivocados, pero los mercados de países desarrollados donde los bonos del gobierno suponemos que son asuntos sobrios, no.
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