Con la llegada del nuevo año va a entrar en vigor la reforma de las pensiones, por la que se empezará a retrasar progresivamente la edad de jubilación hasta los 67 años, y se aumenta a 25 el número de años para calcular la cantidad que nos va a quedar. Pero justo cuando tenemos estos cambios encima de la mesa, se abre otra vez el melón reformista para modificar –alargar- la edad permitida para prejubilarse, y que empiece a acercarse a la edad real de jubilación.
Básicamente de lo que se trata ahora es de conseguir que haya más gente que se mantenga cotizando a la Seguridad Social. Miremos el motivo fundamental: en la S.S. hay –a mes de noviembre- 16.531.048 afiliados, que cotizan para sus propias prestaciones por desempleo, y para el sistema de pensiones en el que hay 8.980.000 personas, con un importe medio de 834.99 euros. Es decir, que cada pensionista es sostenido por 1.84 trabajadores y cayendo por el aumento de la edad de nuestra población y por el paro. Imaginen si siguen aumentando las prejubilaciones que, según el Gobierno, fueron cerca del 50% el año pasado.
La estafa piramidal de las pensiones
Como de lo que se trata es de aumentar el número de personas cotizando, la primera solución es sencilla. Es la de aplicar la mejor política social que hay: aplicar políticas que fomenten la creación de puestos de trabajo y, por ende, aumentar la base de cotizantes a la Seguridad Social. Imaginen: si creamos tres millones de puestos de trabajo (ahora hay casi 5 millones de parados), a cada pensionista le corresponderían 2,17 trabajadores. Es decir, el esfuerzo caería notablemente. Sin embargo, me temo que esto no va a ser así de simple, ya que para crear empleo nuestra economía necesita crecer por encima del 2%, y eso no se producirá a corto plazo.
Desgraciadamente lo que se ha hecho hasta ahora, y lo que se va a hacer, es dar una patada hacia adelante para no abrir el verdadero melón: una reforma en profundidad del sistema, que acabe con lo que algunos llaman “la estafa piramidal de las pensiones”. Yo no sería tan drástico, pero casi: lo que actualmente pagamos quienes cotizamos, va destinado a pagar lo de nuestros mayores. Es decir, lo que pagan los nuevos va destinado a pagar a los antiguos, y así sucesivamente. Pero como en toda pirámide, llega un momento en el que ya no quedan novatos y, por lo tanto, la base se da la vuelta y se produce la quiebra.
Debemos abrir un auténtico debate sobre el futuro de las pensiones
Eso es lo que está empezando a pasar con las pensiones en España. Y los datos son tozudos. Según el INE a partir de 2018 el crecimiento natural de nuestro país será negativo, con el consiguiente declive poblacional. En 2022 España contará con 45,1 millones de habitantes, es decir, un 2% menos, y la esperanza de vida irá en aumento. En 2021 será de 83 años de media, y en 2051 de 88 años. Y los nacimientos no van a ir precisamente al alza. De hecho, la previsiones dicen que en los próximos 40 años nacerán 14,6 millones de niños, un 24% menos que en los últimos 40. Y la tasa de fertilidad ahora mismo es de 1.3 hijos por mujer. Es decir, casi nada.
Como se puede deducir de estos datos, el movimiento natural va a provocar que cada vez tengamos menos cotizantes y más pensionistas, por lo que la pirámide está cerca de colapsar. Algo que se sabe desde hace años, pero es un cascabel que nadie quiere poner al gato.
Pero ya no sólo es cuestión del movimiento natural. También debemos plantearnos si es justo que los políticos decidan sobre nuestro futuro cuando seamos mayores. ¿Sabe usted lo que va a cobrar cuando se retire? ¿Está seguro de que va a tener pensión? ¿Sabe en qué se invierte el Fondo de Garantía de la Seguridad Social? ¿Por qué debe decidir un Gobierno sobre la cuantía que me va a quedar a los 70?
Alternativas a la pensión pública
Se hace indispensable, por lo tanto, empezar a pensar en fórmulas alternativas. ¿Planes privados? ¿Planes públicos? ¿Planes mixtos? Un nuevo debate que debemos abordar, preferiblemente sin partidismos y pensando en lo mejor para el ciudadano. Pero como de lo que se trata aquí es de aportar algunas ideas, quiero proponer algunas:
- Crear un auténtico fondo de Seguridad Social que permita financiar las pensiones pendientes de cara a los próximos X años. Invertido buscando rentabilidad, es decir, no en deuda pública española como hasta ahora.
- Fijar un umbral de edad, a partir del cual se creará una pequeña hucha para cada trabajador, que irá destinada a su pensión particular, y que luego él decida de qué manera quiere recibirla y si quiere combinarla o no con un plan privado.
- Apostar directamente por un plan de pensiones privado, y obligar a cada trabajador a que invierta una cantidad a este sistema. De este modo, será el ciudadano el responsable de buscar la mejor inversión para su futuro.
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Fotografía de Manuel Orcera
La reforma laboral ha tenido como consecuencia una bajada generalizada de sueldos a la mayoría de los trabajadores por cuenta ajena, unos sueldos que tampoco antes eran elevados, en este contexto.
¿Cuanto cuesta entender que la mayoría de la población apenas llegamos a fin de mes?
«lo que pagan los nuevos va destinado a pagar a los antiguos, y así sucesivamente. Pero como en toda pirámide, llega un momento en el que ya no quedan novatos y, por lo tanto, la base se da la vuelta y se produce la quiebra»
En este caso nunca puede llegar el momento en que no queden novatos porque significaría que no quedan trabajadores. El único momento que me imagino sin trabajadores en España es un futuro post-apocaliptico, que no creo que sea el escenario que todos nos estamos imaginando. Lo importante en una pirámide es
1º cuidar de que siempre haya la suficiente gente en la base para que se mantenga la pirámide, eso sería tan simple como potenciar los trabajos en los jóvenes que son los que van a formar la base más amplia durante más tiempo. 2º no cortar nunca de golpe el flujo, como pasó con la más famosa «pirámide» en los últimos tiempos: Forum Filatélico, que se vino abajo por la intervención, ya que sin ella hubiera estado funcionando, de la misma manera que el sistema de pensiones, largos y largos años, lo que nos vuelve a lo dicho en el punto primero. Y 3º Entre la punta de la pirámide y la base tiene que haber una correlación. Si en la punta, que son los jubilados se cobra más de lo que se genera en la base, la pirámide acaba siendo un cubo. En este aspecto, por ejemplo, estoy a favor de que, si todos los trabajadores están ya perdiendo poder adquisitivo respecto al IPC, los pensionistas, los actuales, también tendrían que perderlo, para evitar una expansión anómala en la punta respecto a la base.
Un saludo 🙂