Probablemente todos los años acabas gastando más dinero del que te has propuesto hacer en las fiestas navideñas. No te preocupes, esto es algo común que nos ocurre a la mayoría y que tiene que ver con los llamados sesgos financieros.
Aunque pueden tener otros nombres y se pueden asociar a acciones concretas, por ejemplo, los sesgos en la inversión, en general hablamos de lo mismo: mecanismos que nos llevan a tomar decisiones erróneas, generalmente basadas en estímulos externos.
¿Qué son los sesgos?
Hay muchas maneras de definirlos, aunque una que me gusta especialmente es la que los denomina trampantojos emocionales. Esto vendría a significar que son una especie de engaño emocional que aceptamos o del que no somos conscientes y aplicamos de manera inmediata.
Por ejemplo, tal vez muchas veces te has preguntado porque cuando vas al supermercado a realizar tus compras semanales, acabas comprando más cosas de las que necesitabas o deseabas comprar. No es casualidad.
Desde la situación de las ofertas hasta donde se colocan los productos, qué productos se colocan a la altura de los ojos, como se distribuyen las estanterías, todo tiene una lógica orientada a impulsarte a comprar.
Te voy a poner un ejemplo simple. Si yo sé que existe un artículo de primera necesidad como es el arroz, que necesariamente vas a comprar y otro artículo complementario, por ejemplo, una chocolatina, que no necesitas comprar lo que haré será convertirte en más visual la chocolatina, en hacerte más accesible su compra, en preocuparme que esté a tu alcance, en tu mano lo más rápido posible y a la vista de tus ojos. La situación del arroz no me preocupa tanto porque lo comprarás igualmente.
Este es un ejemplo tosco, pero debería servirte para entender cómo funciona la base de este tipo de engaño mental.
¿Se pueden evitar los sesgos en las compras?
Es muy difícil. Hay que tener en cuenta que no es nada sencillo porque en general se trata de acciones insertadas dentro de lo cotidiano y a las que nosotros no podemos responder ignorándolas. Están en nuestro día a día y, en muchos casos no vamos a ser capaces de determinar su alcance.
Obviamente, las más toscas si pueden tener respuesta. Por ejemplo, tener listas de la compra cerradas y ser capaces de no adquirir nada más que lo que esa lista de la compra indique.
Para los gastos de Navidad, tener una planificación previa y no salirse de dicha planificación bajo ningún concepto. Pero, estos son ejercicios difíciles en un mundo tan consumista como el actual.
Por otro lado, existen otras herramientas que influyen en estos sesgos de manera más subliminal, las redes sociales, los modelos de ostentación, etc., son parte de la motivación a la compra en la que muchas veces nos vemos envueltos sin saber realmente los motivos.