La crisis ha impulsado la proliferación de los comercios que trabajan con el trueque o bien con la compra de oro. Su objetivo es atraer a personas con alguna joya de valor y una gran necesidad de dinero cantante y sonante.
Si bien, estos comercios nos permiten obtener dinero de forma fácil y rápida, para sacarnos de un gran apuro, tenemos que tener en cuenta que el precio que pagan está muy por debajo de las cotizaciones oficiales del mercado y del precio real del bien que nos compran.
Estos establecimientos, en nuestro país y en la mayor parte del mundo, no se encuentran regulados por ley alguna. Por ello, se dedican principalmente a la compra de joyas de toda clase, relojes y otros artículos similares elaboradas en oro, a un precio bastante inferior al que corresponde si consideramos su peso en el metal precioso a precio de mercado.
Posteriormente, después de la compra al particular, el establecimiento recicla el metal y lo vuelve a introducir al mercado obteniendo pingües ganancias.
Para calcular el valor de las piezas de oro, estos establecimientos tienen en cuenta dos aspectos: la pureza y el peso de la joya. Sin embargo, y aunque en principio, el mercado del oro es transparente, los precios que establecen estos comercios distan mucho de la cotización oficial. Esta diferencia se justifica en las comisiones de intermediación y corretaje que nos cobran.
Los expertos estiman que el precio que estas tiendas terminan pagando por el oro es un 30% inferior a la cotización del metal precioso en el Mercado de Londres.
Es por ello, que esta opción sólo es recomendada en aquellos casos de necesidad económica acuciante. El vendedor debe tener en claro que al acercarse a este tipo de negocios es muy raro que consiga una revalorización sobre la joya en cuestión.