El recortazo y el impuestazo anunciados la pasada semana por el Gobierno son un paso en la buena dirección pero ni mucho menos solventan los problemas estructurales de la economía española. Por lo menos así es como lo entiende el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha instado a España a adoptar medidas «urgentes y decisivas». En la mente de todos flota un candidato: la reforma laboral. En realidad, se trata del gran apartado pendiente y también del más importante, pero al mismo tiempo el más complicado de abordar.
El mercado laboral español hace tiempo que chirría y no sólo por su espectacular tasa de paro. También existen un enorme problema de competitividad y de crecimiento económico una vez el boom inmobiliario se tornó en crash y el sector turístico no es capaz de superar el recorte de gasto generalizado por la crisis. O como lo expresa el FMI «un desempleo estructuralmente alto y excesivamente cíclico, lo que refleja la alta dualidad del mercado laboral».
El FMI lo tiene claro y cree que España debe acometer «reformas estructurales que favorezcan el crecimiento, sobre la base de los progresos realizados en los mercados de productos y en el sector de la vivienda, y sobre todo revisando el mercado laboral».
El problema es que lo único que aclara realmente el organismo internacional es que el mercado laboral necesita una revisión radical para, entre otras cosas, ganar flexibilidad. Es decir, una vez más volvemos a la famosa rigidez del sistema de contratación nacional debido a los costes del despido en el caso de los asalariados indefinidos (por eso mismo se habla de un sistema dual). La última propuesta del Gobierno pasa por adoptar el modelo austriaco, lo que implicaría un descenso de las indemnizaciones por despido para quienes ahora tienen más derechos en este sentido.
En realidad, el Ejecutivo pretende implantar una indemización por despido menos costosa para los indefinidos al tiempo que extiende algo más las coberturas para los temporales. Sin embargo, el gran cambio llegaría de la mano de la prestación por desempleo, que correría a cargo del propio trabajador, la empresa y la Seguridad Social. Así, como suele decirse, se matan dos pájaros de un tiro.
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Lo malo es que ni los empresarios tienen la mentalidad austriaca, ni los sueldos son comparables con ningun pais mediano o nordico, asi como las ayudas y demas cosillas que tienen en los paises nordicos, tampoco las tenemos en españa.
Entonces, ¿a que viene compararnos con los paises nordicos?, y que conste que llamo nordicos desde los pirineos, o sea, los que SI son europeos, no como nosotros.