Con el fallecimiento de David Bowie una de las preguntas más recurrentes es quién pasa a cobrar los derechos de autor de uno de los artistas más prolíficos del siglo XX, en qué condiciones y durante cuánto tiempo.
Hay que entender que toda creación artística está protegida por los derechos de autor en todo el mundo precisamente por el Convenio de Berna que es un tratado sobre la protección de los derechos de autor sobre obras literarias y artísticas. Su primer texto fue firmado el 9 de septiembre de 1886 en la ciudad Suiza y ha sido completado y revisado en varias ocasiones siendo enmendado por última vez el 28 de septiembre de 1979. El derecho de autor es un conjunto de normas jurídicas y principios que afirman los derechos morales y patrimoniales que la ley concede a los autores por el solo hecho de la creación de una obra literaria, artística, musical, científica o didáctica, esté publicada o no. La legislación sobre derechos de autor en occidente se inicia en 1710 con el Estatuto de la Reina Ana. En términos generales, una obra pasa al dominio público cuando los derechos patrimoniales han expirado, esto sucede transcurrido un plazo desde la muerte del autor. El plazo mínimo, a nivel mundial, es de 50 años establecido por el Tratado de Berna. Muchos países han extendido ese plazo y así en Europa llega a 70 años después de la muerte del autor.
Mickey Mouse
Cuando se habla de derechos de autor siempre se pone el ejemplo de Disney y de la creación de Mickey Mouse. En 1928 nació este personaje, que es el origen de la industria más importante de animación del mundo. Cuenta José Muelas, en un artículo de su blog http://elotroblog.josemuelas.org/2012/05/07/mickey-mouse-y-los-derechos-de-autor-2/ que el personaje nació en una cinta llamada “Steamboat Willie” y que se basaba en una película muda producida de forma independiente por Buster Keaton llamada “Steamboat Bill Jr.” ese mismo año. La coincidencia de títulos no es casual. “Steamboat Willie” es una parodia directa en dibujos animados de “Steamboat Willie” y ambas tienen como fuente una misma canción. No es solo a partir de la invención del sonido sincronizado en “El cantor de jazz” que obtenemos “Steamboat Willie”. Es también a partir de la invención por parte de Buster Keaton de “Steamboat Bill, Jr.”, inspirado a su vez en la canción “Steamboat Bill”. Y a partir de Steamboat Willie obtenemos Mickey Mouse. Este “préstamo” no era algo único, ni para Disney ni para la industria. Disney estaba siempre repitiendo los largometrajes para el gran público de su tiempo. Lo mismo hacían muchos otros. Los primeros dibujos animados están llenos de obras derivadas, ligeras variaciones de los temas populares; historias antiguas narradas de nuevo. En 1928, la cultura de la que Disney tenía la libertad de nutrirse era relativamente fresca. El dominio público en 1928 no era muy antiguo y por tanto estaba muy vivo. El plazo medio de copyright era aproximadamente treinta años, para esa minoría de obras creativas que efectivamente tenían copyright22. Eso significaba que durante treinta años en promedio los autores y los dueños de copyright de una obra creativa tenían un “derecho exclusivo” para controlar ciertos usos de esa obra, para hacerlo se requería el permiso del dueño del copyright.
¿Y en España?
En España, y según el Ministerios de Educación, Cultura y Deporte, por definición la propiedad intelectual es el conjunto de derechos que corresponden a los autores y a otros titulares (artistas, productores, organismos de radiodifusión…) respecto de las obras y prestaciones fruto de su creación y el plazo general de los derechos de explotación de la obra es la vida del autor y setenta años después de su muerte. Existen otros plazos para los derechos morales y para otras prestaciones, así como para las obras de autores fallecidos antes de 1987. En nuestro país una obra o creación artística pasa a ser de dominio público cuando el plazo de protección de los derechos ha expirado la obra o prestación pasa al dominio público, pudiendo ser utilizada por cualquiera, de forma libre y gratuita.
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