Y si, todo es posible, todo dependerá de las decisiones acertadas o no que tomen los organismos responsables de la economía Europea.
Recientemente el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra (BoE) han mostrado su intención de subir los tipos de interés con el objetivo de detener la inflación.
Teniendo en cuenta este panorama varios analistas coinciden en que si estos organismos toman una decisión incorrecta, y comenten algún tipo de error en la política monetaria a aplicar, podrían provocar una paralización de la economía y hasta una posible deflación.
En la próxima reunión mensual que se realizara el 7 de abril, el instituto emisor europeo podría iniciar un ciclo de endurecimiento monetario en la que elevará los tipos de interés en 25 puntos básicos hasta el 1,25%, mientras se prevé que a cierre del 2011 subirá los tipos hasta el 1,75%, a razón de un cuarto de punto cada trimestre, llegando a establecerlo en el 2,75% en el año 2012.
En este sentido, Japón (la tercera economía mundial) tras un intento por controlar la inflación, podría sentar las bases para un crecimiento decepcionante en el futuro. Varios expertos ya habían comentado por el año 2003 que el bajo rendimiento de la economía japonesa se debe casi en su totalidad a una política monetaria muy pobre.
Asimismo, uno de los miembros del BoE, explico que hay que aprender de las subidas de tipos de Japón a partir de 2000, lo que «llevó a los malos resultados macroeconómicos». Tras 40 años de un crecimiento económico constante y a veces espectacular, la economía japonesa no creció de manera significativa durante el decenio de 1990 y parte del 2000, y recién desde el año 2003 la economía ha vuelto a crecer significativamente.
Para mantener su economía a flote, el gobierno japonés emprendió la llamada «reforma estructural«, una política que tuvo la intención de retorcer excesos especulativos de la reserva y de mercados inmobiliarios, y que lamentablemente, condujo a Japón a una deflación en numerosas ocasiones entre 1999 y 2004. Esta situación pudo ser recuperada gracias a que la política monetaria se flexibilizó la haciendo descender los tipos de interés hasta llegar al 0%.
Por otro lado, otros expertos señalan que algunos factores de la crisis, como la subida del precio del petróleo, pueden generar más deflación que inflación, ya que ponen un manto frió al poder adquisitivo de los ciudadanos, algo no muy lejano a lo que podría ocurrir en la actualidad.
Los analistas creen que a corto plazo no esta nada mal hacer frente a una amenaza de inflación, aunque a largo plazo podría ser algo peligroso, ya que podrían provocar estancamiento de la economía, deflación y resultados deficientes.