En un artículo muy interesante publicado en la prestigiosa revista Forbes, queda en evidencia que no cualquiera está preparado para invertir en los mercados de capitales. De hecho, en un reciente estudio realizado por Terrance Odean, profesor de finanzas en la Universidad de California, queda en evidencia que el inversor medio es su propio mayor saboteador.
El estudio de Odean incluye a un tipo muy específico de los inversores: el que sufre exceso de confianza, es miope y que tiene muchas más probabilidades de apoderarse de una acción en el peor de los momentos que de hacer el tipo de apuesta contraria que vale la pena en el largo plazo. En pocas palabras, el objeto de estudio es el inversor medio.
Como estudiante de cómo los inversores actúan en el mundo real, Odean es parte del floreciente campo de las finanzas del comportamiento, que, en las últimas tres décadas, ha mezclado elementos de la neurología, la psicología y la economía. Se ha puesto de manifiesto que, contrariamente a los sermones de la economía clásica, los inversores individuales tienden a ser otra cosa que maximizadores racionales. Es más, según Odean, la descripción más adecuada sería que son sus peores enemigos.
Algunos de los problemas que se han detectado en este estudio -a los norteamericanos les encanta hacer estudios “científicos” de todo- son los siguientes:
- Exceso de confianza: impregna las filas de los inversores, especialmente los hombres. La confianza de los hombres solteros en su capacidad para superar al mercado los llevó al comercio un 67% más frecuentemente que las mujeres no casadas. La recompensa para toda esta actividad fue negativa; las carteras de los hombres tuvieron un desempeño inferior los de las mujeres en 1,4 puntos porcentuales por año
- Comercio Excesivo: las comisiones, impuestos y mala sincronización de las decisiones de compra y venta se llevan un total colectivo de 32 mil millones dólares de los bolsillos de los inversores individuales en el período estudiado de 4 años. Los ganadores en este juego son los brokers intermediarios y las instituciones.
- Ir con la multitud. Al igual que los niños peleando por el mismo juguete, los inversores se sienten atraídos por las acciones porque los demás los quieren. De hecho, los individuos son mucho más propensos a comprar y vender el 10% de las poblaciones mencionadas en las noticias e ignorar el otro 90%, que encontró.El problema con la compra de acciones cuando son populares y no en la base del valor fundamental es que tienden a ser caros y sensibles a los cambios de actitud de los inversionistas.
- Terquedad: pocos inversores están dispuestos a admitir la derrota. Esa fue la conclusión después de analizar Odean de 10.000 cuentas de corretaje de más de tres años. El ejercicio reveló que los inversores tienen más probabilidades de vender ganadores y desencadenar las ganancias de capital en sus impuestos que vender sus perdedores y evitar dichas prácticas.
¿Se siente usted identificado? Por las dudas, no se cuente sus secretos a usted mismo…