El secreto de la longevidad: una sanidad pública, la sanidad privada es cosa de pobres

Existe una relación clara y estrecha entre el gasto sanitario de un país y la esperanza de vida de sus ciudadanos, de modo que en general aquellos países con un gasto sanitario elevado son los que tienen una mayor esperanza de vida, que no solamente es una medida de la edad que uno puede esperar alcanzar a la vejez, sino que es también uno de los indicadores sintéticos fundamentales seleccionado por las Naciones Unidas para medir también las condiciones de vida, de salud, de educación y de otras dimensiones sociales de los países.

Así, encontramos los mayores valores de esperanza de vida entre los países ricos, como Japón, Estados Unidos, Suiza o el Reino Unido, con valores superiores a los 80 años, mientras que la esperanza de vida es menor y próxima a los 55 años en lugares como Burkina Faso, con una elevada prevalencia de la malaria, o en Sudáfrica, donde el 17,8 % de la población está maceteada por el VIH. Convertir el gasto sanitario en mejoras en la calidad de vida de los ciudadanos no es sin embargo una cuestión que dependa exclusivamente del dinero dedicado a ello. El importe total dedicado a la sanidad como porcentaje del PIB presenta, por ejemplo, cifras de rango similar en el país sudafricano (8,9% del PIB) y en Reino Unido (9,6%). La principal diferencia entre el sistema sanitario británico y el sudafricano es, indiscutiblemente entre otras muchas, que en Reino Unido casi todo el gasto sanitario es público (el 89,3 % del total), siendo el estado el que corre con la parte principal de la factura sanitaria.

Y es que el éxito del gasto sanitario de un país en mejorar la vida de sus ciudadanos no solamente es cuestión de la cantidad de gasto per cápita en sanidad o del esfuerzo medido como porcentaje del PIB, sino que su composición o procedencia (el gasto sanitario per cápita de un país es la suma de su gasto sanitario público y privado en determinada proporción) tiene una incidencia muy relevante sobre la esperanza de vida en diferentes países. El caso de Cuba, aunque no es único y sin entrar en ningún tipo de consideración política sino estrictamente a partir de los datos e indicadores de gasto sanitario y esperanza de vida del Banco Mundial, sí es posiblemente el más significativo en este sentido. Con un gasto sanitario por habitante similar al de Sudáfrica y que es la quinta parte del de los países ricos (607 dólares por habitante y año frente a gastos superiores a los 3.500 dólares) logra para los cubanos una esperanza de vida similar, gracias entre otros factores al peso predominante del gasto sanitario público sobre el gasto sanitario privado, que permite a sus ciudadanos una longevidad de país desarrollado a precio low cost.

Gasto sanitario per cápita

 

 

 

 

 

 

España como modelo

No debe sorprender, por lo tanto, que durante años España, cuyo gasto sanitario ha sido principalmente público, se haya situado a la cabeza entre los países con mejor registro en el indicador de esperanza de vida, a pesar de que el gasto total sanitario per cápita viene descendiendo en España desde el año 2008, año en el que alcanzó los 3.131 dólares por habitante y año. Ha sido el modelo público el que, también en el caso español, ha permitido que el gasto sanitario se traduzca en beneficios para los ciudadanos. Para lograr unos resultados similares, Estados Unidos, donde el gasto sanitario público representa únicamente el 53,1 % del gasto sanitario total debe gastar casi tres veces más por habitante y año, 8.362 dólares por habitante y año frente a los 2.883 dólares de España en 2011, o en términos relativos un esfuerzo del 17,9 % del PIB estadounidense frente a solamente un 9,5 % del PIB español.

El modelo sanitario público es, no solamente el que se muestra más efectivo para mejorar la vida de los habitantes de un país independientemente de su riqueza, sino el preferido por los países desarrollados, existiendo también una relación inversa entre el peso del gasto sanitario privado de un país y su riqueza, de modo que la sanidad privada es típicamente característica en países pobres y con baja esperanza de vida, y reducida en comparación con la sanidad pública en los países con alarma esperanza de vida.

Los datos muestran que efectivamente las anidad privada es característica de los países pobres, donde representa el 61% del gasto sanitario total sin que dicho gasto se convierta en una mejora de su esperanza de vida, mientras que en los países desarrollados es solamente del 35 % (el 23 % en Europa).

Proporción de gasto sanitario público y privado por países:

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