Con el temor de fondo a que un fuerte freno al crecimiento repercuta en los resultados de las empresas, junto con la publicación a la baja de las últimas referencias macro y la incertidumbre nuevamente creciente en el ámbito de la crisis europea, con España como protagonista, los inversores están a la caza de refugios seguros para su dinero, hasta el punto de que nos estamos dirigiendo rápidamente hacia una nueva etapa de rendimientos negativos en los bonos soberanos a corto plazo considerados a salvo de la crisis, como indican los rendimientos a dos años de Suiza, Dinamarca, Alemania, Austria, Holanda y Finlandia, todos ellos en territorio negativo. En estos países los inversores están dispuestos a pagar por colocar su dinero en un lugar seguro.
Una situación que se ha acelerado y visto incentivada desde que, a principios de julio, el Banco Central Europeo haya reducido el tipo de interés que paga por los depósitos de la banca europea hasta cero desde el 0,25%. Aunque el objetivo era persuadir a los bancos para poner en circulación el capital y reactivar el crédito, la realidad es que el intento ha sido un rotundo fracasado porque los bancos efectivamente sacaron sus depósitos del BCE, pero sólo para comprar deuda a corto plazo emitida por el gobierno de Alemania y otros países de la Eurozona a cuyas finanzas se atribuye una credibilidad y estabilidad de la que ahora carecen España e Italia. Por fin sabemos dónde han colocado los bancos el dinero que sacaron del BCE.
Incluso Francia, cuya situación está lejos de ser similar a la del resto de países mencionados, ha sido capaz de colocar 2.000 millones de euros en bonos a seis meses con una rentabilidad negativa del -0,006%, en comparación con el 0,096% que tuvo que pagar hace solamente una semana.
¿Todo esto por la desconfianza hacia España? No, no es que los inversores no se fíen, es que ahora hablar de España no es pensar en la rentabilidad de la inversión sino pensar en cuánto se puede recuperar de lo invertido, porque estamos a solamente dos titulares de que las agencias de rating nos bajen la calificación a bono basura, abriendo por lo tanto puerta a la posibilidad de una reestructuración formal, y hay que poner el dinero a buen recaudo para cuando eso suceda…