La Ciudad amurallada de Kowloon fue durante décadas un fortín de China situado en el corazón de Hong Kong. En su época fue el lugar del planeta más densamente poblado, con unos 50.000 habitantes agolpados en los más de 300 edificios que ocupaban una extensión de 0,026 kilómetros cuadrados.
Cuando China cedió la isla de Hong Kong al Imperio británico, decidieron que Kowloon seguiría siendo parte de China, lo cual permitía al país oriental tener un punto de control dentro de la colonia británica. Y en dicha tesitura nació la Ciudad amurallada de Kowloon.
Los británicos trataron una y otra vez de entrar en Kowloon dejando de lado lo acordado con China, pero nunca lo consiguieron. El pequeño territorio siguió perteneciendo a China y gracias a su aislamiento no sufrió ninguno de los cambios que se dieron en dicha zona del este asiático. La Ciudad amurallada representaba un curioso e inofensivo atractivo turístico para los colonos británicos, ya que era una muestra viviente de la tradicional China.
Y así fue hasta que en el año 1940, en plena II Guerra Mundial, las tropas de Japón destruyeran gran parte de Kowloon y desmantelaran gran parte de la muralla para fabricar con sus piedras el cercano aeropuerto de Kai Tak.
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