En España hay pocas dudas sobre cómo calificar la decisión del Gobierno argentino de expropiar YPF, el 90% de los ciudadanos considera “muy grave la decisión” y temen que pueda afectar a otras empresas con inversiones en Argentina, según el resultado del último barómetro realizado por el Real Instituto El Cano. Frente al patriotismo esgrimido por los argentinos a la hora de tomar partido ante esta cuestión, la opinión de los españoles está definida más por la economía que por la política.
Desde el punto de vista económico, no gusta en España la decisión, pero mucho menos las formas. Si Argentina tiene quejas sobre la actuación de la multinacional en su territorio existen numerosas vías legales para tratar de modificar esos excesos: desde quejas, hasta sanciones. Pero la decisión extrema a la que ha llegado el Gobierno de Cristina Fernández, de la mano de su mentor económico, Alex Kicillof , atenta directamente contra la propiedad privada, la base de estabilidad económica en los países modernos. Por eso, con unos u otros adjetivos la mayoría de los españoles considera que un país que se considere avanzado no puede romper la baraja de la seguridad jurídica con la impunidad con la que lo hace Argentina.
El gran miedo de los españoles es que estas decisiones arbitrarias se apliquen contra otras empresas, lo que puede transformase en un gran problema ya que Latinoamérica se ha convertido en la principal fuente de ingresos de los pesos pesados del Ibex 35.
Esa inseguridad también se va a convertir en un problema para muchas pymes que tenían puestas sus esperanzas en superar la crisis a través de la internacionalización en aquella zona del mundo. Y que, sin duda, tras la expropiación de Repsol se lo van a pensar dos veces. Argentina ha recuperado el estatus de país tercermundista ante la imagen de los españoles.
Retomando la encuesta realizada por el El Cano, vemos que frente a un 90% de españoles que califican de “muy grave la decisión”, sólo hay un 51% que siente herido “el orgullo patrio”. Y es en este punto donde más enfrentamientos se establecen entre quienes consideran que España deber enarbolar la bandera política y plantear la solución como un enfrentamiento entre países, frente a los que abogan por apostar mantener en perfil bajo la cuestión política y trabajar soterradamente en el ámbito económico con el fin de perjudicar lo mínimo posible al resto de empresas presentes en el país.
Eso sí, la valoración de Cristina Fernández de Kirchner ha caído en picado, del 5% que tenía el pasado mes de marzo ha pasado a un 3,4%, situándose así a la altura del ruso, Vladimir Putin, (3,4%) y del cubano, Raúl Castro (2,7%).