¿Qué es la obsolescencia programada? ¿Hasta qué punto te afecta como consumidor? ¿Tiene ventajas? Aquí te contamos todo lo que necesitas saber sobre la también denominada obsolescencia planificada.
La obsolescencia programada es uno de los grandes enemigos de los consumidores desde hace años. Así, muchos de los usuarios acusan directamente a las empresas, en especial a las grandes compañías, de lucrarse vendiendo un producto que saben que fallará a corto o medio plazo o cuyas piezas, simplemente, no pueden sustituirse. Algunas estadísticas señalan que hasta el 80% de los productos que pasan por nuestras manos acaba en la basura antes de seis semanas. ¿Por qué? Conoce el fenómeno de la obsolescencia programada.
«Esta lavadora no es como las de antes» o «el móvil no me ha durado ni dos años» son frases que seguramente te resultarán familiares. A nada que tengas una cierta edad o tomando como referencia lo que te cuentan tus mayores, te habrás dado cuenta de que los productos, en general, no duran tanto como los de antes. Es innegable que, al menos en parte, ello se debe a la obsolescencia programada.
Sirva de ejemplo una de las preguntas que se plantea Cosima Dannoritzer en el documental que dirigió ‘Comprar, tirar, comprar: la historia secreta de la obsolescencia programada’ -del que puedes ver una pequeña introducción en el vídeo líneas arriba- para ser consciente del calado de la cuestión. ¿Cómo es posible que en 1911 una bombilla tuviera una duración certificada de 2500 horas y, cien años después, su vida útil se haya visto reducida a la mitad? Bienvenido al mundo -el actual- de la también llamada obsolescencia planificada.
¿Qué es la obsolescencia de un producto?
Ese palabro difícil de pronunciar, obsolescencia, se produce cuando máquinas, productos o cualquier artilugio caen en desuso no porque funcionen incorrectamente, sino porque se quedan atrás en relación a otros artículos nuevos que aparecen en el mercado. Básicamente, se quedan obsoletos.
La obsolescencia tecnológica
Aunque pueda resultar contradictorio, cuantos más avances se producen, más sencillo es que los productos se queden atrás y resulten inservibles, pasados o inútiles. Ese fenómeno, el de la obsolescencia, es particularmente intenso en el ámbito de la tecnología. Móviles, ordenadores, televisiones, reproductores de vídeo, tablets, etc. En teoría, debería de ser al revés: a mejor técnica, productos más duraderos. Sin embargo, no es así. ¿Por qué los productos duran cada vez menos?
La obsolescencia programada
La respuesta está en la obsolescencia programada. Para entender este concepto volvemos de nuevo a Cosima Dannoritzer, que lo explica como la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo. Es decir, que los fabricantes crean productos de tal forma que duren menos para que gastes más y obtener ellos mayores beneficios. A nadie se le escapa que esa práctica es injusta y, en los países en los que ya se ha legislado sobre el tema, la obsolescencia planificada puede ser hasta ilegal.
Ventajas de la obsolescencia programada
A pesar de que, a todas luces, la obsolescencia programada es una enorme tomadura de pelo que beneficia a las grandes compañías y perjudica a consumidores y usuarios, lo cierto es que también tiene ventajas. Una de ellas tiene que ver con el mercado de trabajo, ya que al haber mayor demanda de productos nuevos, se fabrica más y, por tanto, se crean y mantienen más empleos. De hecho, ese aspecto es uno de los grandes debates en torno a la obsolescencia planificada. ¿Está preparado el mundo actual para vivir sin obsolescencia programada? Si todos los artículos durasen más, el consumo bajaría notablemente, con lo que la Administración ingresaría menos impuestos, las empresas también ganarían menos y se crearían menos puestos de trabajo.
La obsolescencia planificada puede ayudar a crear productos de mayor calidad
Asimismo, el hecho de que las empresas se vean obligadas a ofrecer nuevo productos de forma casi permanente implica que apuesten más por el I+D, lo que generalmente conlleva un incremento en la calidad de los artículos. Así que. efectivamente, la obsolescencia programada es injusta, pero…
Desventajas de la obsolescencia programada
Además del mayor gasto que supone para los consumidores -que es muy complicado de cuantificar, pero que asciende a miles de millones de euros- la obsolescencia programada presenta otros inconvenientes. Al estar continuamente sustituyendo productos, en vez de repararlos, se producen más residuos, crece la contaminación y se explotan más recursos naturales. Todo ello supone un mayor gasto en el consumo y un evidente perjuicio contra el medio ambiente.
Ejemplos de obsolescencia programada
Como ya se ha indicado, la mayoría de los productos tecnológicos está afectada por la obsolescencia programada. Los ya ‘clásicos’ en este sentido son los cartuchos de tinta para las impresoras, los videojuegos, los móviles o todo artilugio que necesite una batería electrónica. No obstante, la obsolescencia programada también se da en las citadas bombillas, los coches, los libros de texto (de un curso a otro se cambian unos pocos contenidos y se sustituye el anterior forzando a los padres a comprar los nuevos) o hasta en la ropa, sector en el que se habla de una obsolescencia estética inducida por las marcas.
¿Cómo sé si un producto tiene obsolescencia programada?
Resulta complicado saber si un producto que tienes en tus manos está afectado o no por la obsolescencia programada. En general, la mayoría de los citados lo está. No obstante, las asociaciones de consumidores y un cierto espíritu de resistencia ante la injusticia que supone esta práctica han llevado a la creación de sellos que garantizan que un producto no trae de fábrica obsolescencia programada. Por ejemplo, el sello Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada (ISSOP), de la Fundación Energía e Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada (Feniss), que apuesta por un modelo económico distinto, en el que prevalezca bien común.
¿Puedes reclamar por obsolescencia programada?
La legislación española no tipifica, por ahora, la obsolescencia programada como un delito. Técnicamente, es posible para un particular poner una reclamación por este asunto, pero las posibilidades de éxito son escasas, dada la dificultad de probar que un producto falla por ese motivo. No obstante, parece una cuestión de tiempo que el panorama cambie, ya que la UE apremia cada vez más a los países miembros para que tomen medidas contra la obsolescencia planificada.
Epson, primera empresa ante los tribunales por obsolescencia programada
Tan es así que algunos países ya han tomado la delantera en ese aspecto. Por ejemplo, Brasil y, muy especialmente, Francia, país en el que la obsolescencia programada ya es un delito. No en vano, HP, Canon, Brother y Epson ya han sido llevadas a los tribunales por este motivo. Los casos están todavía pendientes de sentencia, pero la sensación es que la lucha contra la obsolescencia programada acaba de empezar.