Riesgo, riesgo y más riesgo. Creo que es la palabra que se está escuchando más en estos días. Y el riesgo al que nos referimos es nada menos que al impago de la deuda soberana de algunos países de primera línea.
Como sucede siempre, y desatando polémica, el control sobre el riesgo de la deuda soberana de algunos países lo tienen las Agencias de Rating internacionales, léase Standard & Poors, Moody´s o Fitch, por nombrar a las más importantes. En este contexto, cualquier decisión tomada por alguna de estas tres trae aparejada consecuencias en todo el mundo.
Ayer ha sido un día particularmente complicado para este tema de la solvencia de la deuda. Los mismísimos Estados Unidos han visto como su nota de calificación de deuda ha bajado, con el consecuente tsunami que se ha expandido a las bolsas de todo el mundo.
El día comenzó con los rumores de reestructuración de la deuda griega, que desde nuestro punto de vista más temprano que tarde llegará. La economía griega está cerca de la bancarrota, sin capacidad de recuperarse en el corto plazo y sin haber tocado todavía fondo. En ese contexto, el default de Grecia está muy cercano. Este impago va a estar disfrazado de reestructuracion de la deuda soberano, pero lo cierto es que el país no puede pagar sus obligaciones, que suman más del 150% de su PIB.
Esta casi certeza del mercado acerca de la más grande reestructuración de deuda desde Argentina en 2001 puso nerviosos a los inversores, que no pueden dejar de atar cabos entre Grecia y el resto del Grupo PIGS: Irlanda, Portugal (ambos ya rescatados por la Union Europea) y España. De hecho, la prima de riesgo de España se ha disparado nuevamente alcanzando un riesgo país superior a los 250 puntos básicos.
Los mercados ya venían cuesta abajo cuando S&P dio el toque de gracia: si bien mantuvo la AAA como nota de riesgo para la deuda de Estados Unidos, la puso bajo vigilancia con perspectivas negativas. Si bien esto no dice prácticamente nada (AAA es la máxima nota, AA es la segunda mejor), ha puesto en jaque a los mercados, debido a que lo que muchos ya avizoraban con respecto a la principal economía mundial se estaba confirmando: el gigante está excesivamente endeudado con el mundo.
Según analistas de S&P, la economía de EE UU tiene, en relación a sus pares, un déficit muy elevado y un endeudamiento creciente, que no están en vías de corrección. Lo que siempre avisamos, que Estados Unidos estaba exportando su crisis al mundo, se hace realidad.
La calificadora de riesgos precisa que esta perspectiva negativa del rating de EE UU supone que existe al menos un 33% de posibilidades de que pueda rebajarse la nota de EE UU en los dos próximos años. ¿Se imagina un mundo donde Estados Unidos no tenga la maxima calificación financiera?
Volviendo a lo nuestro: ¿que puede suceder si se confirma una nueva crisis de deuda? Desde ya, se espera una baja en los mercados financieros de todo el mundo. El precio del oro y de la plata subirá a partir de ser considerados refugios del dinero mundial. El precio de otras materias primas como el petroleo o los cereales también subirán, a la par de que el euro puede bajar con respecto al dolar a raíz de los problemas de solvencia de la eurozona (aunque Estados Unidos no está mucho mejor…)
¿Más? La prima de riesgo de las economías periféricas de la Eurozona podrían dispararse, llevando preocupación sobre la solvencia de estas economías. Los problemas pueden llevar incluso al peligro de desarticulación del euro y de la Unión Europea como bloque unificado, debido a las diferencias de criterio que existen entre los socios.
Como puede ver, podemos estar ante las puertas del Armaggedon en persona. Sin embargo, todo depende de las decisiones a tomar. Si se produce una rápida reestructuración de la deuda griega, los daños pueden ser menores. Todo depende de como los países europeos unen sus esfuerzos para salir adelante.
Los nubarrones están en el horizonte. Depende de los políticos que la tormenta no se transforme en huracán. Allí, quizá, encontramos nuestro mayor temor.