El dato publicado por el Banco de España deja en evidencia no sólo la preocupante evolución del paro en España, sino también la precariedad en que sobreviven una gran cantidad de familias.
Según el boletín económico recientemente elaborado por esta entidad, el 40% de los 4,7 millones de desempleados que tiene España reside en hogares en los que ningún miembro está trabajando. Esta estadística supone que un 8% de la población activa no cuenta con ningún tipo de ingresos.
Sin embargo, y frente a la imposibilidad de muchas personas de conseguir empleo, y con perspectivas poco alentadores de salir de esta situación, el Gobierno ha lanzado una serie de medidas anticrisis que incluyen la supresión de la ayuda de 426 euros destinadas a los parados de largo duración.
Entonces nos debemos preguntar, ¿es correcta esta acción gubernamental en momentos tan críticos? Si bien desde varios organismos internacionales se exige la reducción del déficit público, mientras no se creen fuentes reales de empleo resulta difícil entender una medida de este tipo.
El fin de los 426 euros debería venir acompañado de un colchón de crecimiento laboral de algunos meses, quiere decir que se puede eliminar una vez que una porción importante de los parados ha regresado al mercado laboral, en caso contrario estaríamos castigando doblemente a quienes carecen de trabajo.
Si no se cobra el paro, y las empresas tampoco tienen la capacidad de generar nuevas ofertas, la crisis se agudizará ya que el escaso poder adquisitivo de estas familias, se reducirá en muchos casos, a 0 euros de ingresos.
Entonces a esta paupérrima perspectiva le sumamos que el porcentaje de desempleados que residen en hogares sin ningún miembro empleado va en franco crecimiento, ¿qué salida le podemos encontrar a este túnel oscuro?
Pensar que el 8% de la población activa son parados en hogares sin ingresos tiene ribetes de película de terror si lo comparamos con la tasa de paro de algunos estados de la UE. Volvemos a preguntarnos ¿cuál es la salida?
Sólo un dato puede ofrecernos una radiografía concreta, según el Banco de España, el mercado laboral español se ha deteriorado “con mucha más profundidad” que en el resto de países miembros comunitarios, al pasar de una tasa de desempleo del 7,9% en el segundo trimestre de 2007 al 20,1% del segundo trimestre de 2010.
Desde febrero, los parados no tendrán cobertura alguna, ni siquiera recibirán la ayuda de los 426 euros, y a pesar que el Gobierno promociona los cursos para desempleados, si no existe un mercado donde aplicar esos conocimientos, de poco servirá esta iniciativa.
Una vez más vuelve la pregunta, ¿Cuál es la salida? Con un 20% de paro, pocas son las respuestas, ya que el daño en los cimientos económicos es mucho más profundo que el de una mera crisis económica. Lo que sufre España es una crisis social, y las respuestas llevarán muchos años en resolverse, y pensar que todavía no se ha comenzado a salir del infierno, ya que todavía estamos cayendo.