Hace unos meses escribía en mi blog personal un post bajo el título ¿Hacia dónde debe ir la Universidad? daba algunas claves de lo que considero debe ser el futuro de la educación universitaria. En él, entre otras cosas, vengo a decir que es necesario aumentar la colaboración público-privada para mejorar el nivel educativo, pero también las finanzas universitarias y estatales.
Esta idea de la colaboración público-privada es algo que cada vez está más extendida, aunque por desgracia como todo en este país se toma por la vía ideológica. Si uno es de izquierdas lo aborrecerá por completo, y si es de idea liberal lo abrazará a más no poder e incluso lo llevará al extremo. Por eso creo que es importante –ahora que tanto se habla del tema en lo referido a la sanidad y dado que en breve se extenderá a la educación- aclarar también algunos conceptos sobre este mismo asunto.
¿Qué significa aumentar la colaboración público-privada de la Universidad? Desde luego no es privatizar. Más bien al contrario. Significa estrechar las sinergias. Algo que se podría hacer gracias a una auténtica Ley de Mecenazgo, que sustituya a la que tenemos ahora mismo, vigente del año 2002.
Se trata de fomentar una cultura empresarial, aunque también universitaria, en la que toda la parte de I+D, responsabilidad social, deporte, cultura, etc. que habitualmente llevan a cabo las Universidades, sea sufragada por la iniciativa privada. Pero no sólo eso. Gracias a este sistema, podemos también conseguir aumentar el número de becas que otorgan nuestras facultades. Algo esencial en un momento en el que “la Pública” asiste a un recorte de 3.000 millones y un aumento de las tasas universitarias.
Si miramos a lo que se hace fuera, con datos del año 2008, en Estados Unidos las Universidades lograron recaudar cerca de 31.600 millones de dólares. Obviamente hablamos de un sistema bastante más grande que el español, pero con recaudar una cuarta parte, podríamos arreglar bastante el panorama univesitario.
¿Y cómo se consigue esa recaudación? Sencillo. Mediante un sistema de beneficios fiscales para aquellos “patrocinadores” y “mecenas”. Actualmente, aquel que invierte en este capítulo, se encuentra con beneficios del 25% en el IRPF para particulares, y del 35% en Sociedades.
Esta nueva Ley de Patrocinio y Mecenazgo de la que hablo se podría aprobar dentro de la Ley de Emprendedores que estudia el Gobierno. Veremos si, entonces, se atreve a hacer la propuesta que hizo cuando estaba en la oposición: elevar hasta el el 70% la deducción en el IRPF para particulares, y hasta el 60% en el caso de las empresas.
Esas desgravaciones que, a priori son onerosas, podrían servir para movilizar dinero que ahora mismo se encuentra invertido en fondos y acciones. Dinamizaría la economía y, al mismo tiempo, ayudaría a las Universidades. Pero también a todos aquellos proyectos sociales, médicos, culturales y por qué no, empresariales, que puedan y quieran admitir este tipo de financiación.
Sólo el tiempo dirá si esta propuesta, que he oído ya en más de una ocasión, se puede llevar a cabo en el sistema universitario. Yo, personalmente, la veo factible. El problema es que la Educación -como tantos otros temas- es un tema que se ha convertido en “ideología de partidos” y no se mira con perspectiva de futuro.
A mi, personalmente, no me importaría ver la beca “Botín”, “Inditex” o los laboratorios “Pharmamar” en una universidad pública. Más bien al contrario.