Que España terminaría como Italia, gobernada por un tecnócrata impuesto por Bruselas, fue una teoría defendida por muchos analistas y observadores de la realidad económica cuando Mariano Rajoy ganó las últimas elecciones. El escándalo de los «sobres secretos» puede adelantar este proceso que pasó a un estado larvario cuando el nuevo Gobierno tomó posesión.
Pese a que las reformas que ha impulsado en este ni siquiera año y medio de legislatura han supuesto una continua derrota contra el avance del deterioro económico, nadie daba por seguro que el PP no podría agotar la legislatura y postergar la llegada de un Gobierno dirigido por Bruselas. Pero, las cosas han cambiado, y desde la Unión se mira el futuro de España con la misma preocupación que el de Grecia o Italia. Y visto el proceso de nuestros vecinos, quizá convendría empezar a ponerle cara a ese tecnócrata que llegará de Bruselas.
¿Quién puede ser el Mario Monti español?
El primer nombre que se viene a la cabeza es Joaquín Almunia. Tiene todas las cualidades, aparentemente: comisario de largo y prestigioso recorrido (mejor que el de Pedro Solbes), en ejercicio actualmente (lo que no tienen Marcelino Oreja o Abel Matutes), ex ministro de Trabajo durante la reconversión industrial, inglés fluido… Este perfecto tecnócrata español tiene una pega importante, me dirán: es del PSOE. Sin embargo, veamos antes cómo llegaría Joaquín Almunia a ser «presidente de rebote», al igual que Mariano Rajoy fue «presidente por defecto».
Los «sobres de Rajoy» ocupan días tras día la actualidad en la última semana. Mientras, el Gobierno se revuelve como «gato panza arriba», pero esta estrategia de «negarlo todo» tiene las patas muy cortas. La única salida que tendrá el mayor afectado por «los papeles secretos de Bárcenas» (así se titulaba el titular de la exclusiva de El País) será, con el tiempo, dimitir para poder defender su honor en los tribunales, sin entorpecer las labores de Gobierno. Es decir, que visto que las excusas que han ofrecido desde La Moncloa no se terminan de creer en los círculos internacionales, nacionales y entre la opinión pública, tarde o temprano la dimisión de Rajoy como presidente de Gobierno acaecerá.
El tema es saber, qué pasará después. ¿Elecciones? Desde luego. Posiblemente convocadas por un Gobierno provisional con alguien del actual al frente que no figure entre los presuntos «sobrecogedores» de la lista de Bárcenas. ¿Soraya Saénz de Santamaría? La vicepresidente tiene todas las papeletas, pero un Ejecutivo de semejante calado no tiene fondo para agotar la legislatura. Ni siquiera, la facción libre de posturas egipcias (entre las que sobresale Esperanza Aquirre) podría suplantar al actual equipo con el fin de evitar una cita en las urnas sin que la presión de la calle ponga el país «patas arriba».
No, lo lógico es que el calendario se desarrolle de la siguiente manera, pesa a los múltiples rumores de «pasillo parlamentario» que se van a desarrollar en los próximos meses:
- Dimisión en las próximas semanas
- Elecciones generales para junio
¿Serán unas elecciones convecionales?
És la pregunta del millón… pero, no. Los grandes partidos, ante la fuerte pérdida de votos y el auge de Izquierda Unida, los nacionalistas y las nuevas formaciones, Citadins y UPyD, llegarían a ese «gran pacto nacional» que tanto y tan hipócritamente se viene pidiendo cada vez que se conoce un desastroso dato económico. Desde Bruselas ya se encargarían de añadir lubricante a ese «gran pacto de Estado» y de postular a su candidato a base de prima de riesgo. Sumando y sumando en clave de aritmética electoral, PP y PSOE se darían cuenta de que la única manera de quedarse en el sillón de las Administraciones por cuatro años más sería aceptar un Gobierno de coalición presidido por el tecnócrata Almunia. El paso ya lo dieron en el País Vasco Basagoiti y López cuando se trataba de desbancar al PNV.
¿De verdad creen que es descabellado que Almunia sea el próximo Monti español? Lo malo de los tecnócratas es que no se ocupan, como sucede en Italia, de acabar con la corrupción ni con las reformas que en particular necesita cada economía. ¿Qué músculo tendría Almunia en el PSOE para hacer borrón un cuenta nueva?
¿Y entre los jueces? Lo mismo para los ministros de ese Gobierno de coalición que proviniesen del PP «limpio»: pongamos Gallardón en Justicia. El actual titular de Justicia tiene a todo el gremio en contra y Federico Trillo, por poner un ejemplo, maneja más hilos que él. Ni que decir tiene que este Gobierno a la medida de una España intervenida por Bruselas estaría, como sucede en Italia, a la merced de la fuerzas fácticas de la economía.
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¿Almunia un estadista?. ¿En qué ha trabajado?. Si es un político de libro, igual que Zapatero o Rajoy. Si tiene que haber un estadista, que se hagan oposiciones con criterios claros de qué es lo que se necesita y un tribunal imparcial no politizado para la corrección.