A lo largo de nuestra vida financiera, acumulamos distintos productos bancarios . Abrimos cuentas aquí y allá, muchas veces por alguna oferta o porque necesitábamos un servicio en ese momento.
Pero, con el paso del tiempo, esas cuentas pueden quedar en el olvido, y es ahí cuando hablamos de cuentas fantasmas.
Aunque suene un poco a historia de terror , las cuentas fantasmas son más comunes de lo que piensas y pueden causarte algunos problemas serios si no les prestas la atención adecuada. Vamos a ver de qué se tratan y cómo evitar que se conviertan en un dolor de cabeza.
Cuentas fantasmas: el riesgo del olvido bancario
Una cuenta fantasma es básicamente una cuenta bancaria que abriste en el pasado, pero que ahora no usas y probablemente ni recuerdas que existe. Tal vez la abriste para domiciliar un pago puntual o para aprovechar una oferta de bienvenida , y con el tiempo, simplemente te olvidaste de ella. ¿El problema?
Que aunque tú no la uses, la cuenta sigue ahí, y en muchos casos sigue generando comisiones.
En el mejor de los casos, tener una cuenta fantasma solo supone una molestia: un correo que no lees o un estado de cuenta que no te interesa. Pero, en el peor de los casos, podrías estar acumulando comisiones sin darte cuenta, y estas podrían acabar en números rojos. De hecho, algunos bancos aplican comisiones por inactividad si no realizas movimientos en un determinado periodo , lo cual podría hacer que una cuenta olvidada se convierta en una fuente de gastos inesperados.
Un ejemplo muy común es el de las cuentas que abrimos cuando éramos jóvenes, quizás al empezar a trabajar o para gestionar nuestros primeros ahorros. Con el tiempo, cambiamos de banco o simplemente dejamos de usarla. Lo mismo[…]Leer noticia completa en la fuente original