Es evidente que la debacle electoral de este domingo ha puesto nerviosos a los miembros de la ejecutiva socialista, que no saben como capear el temporal mientras se ven en la obligación de tener que seguir gestionando un país con políticas que no son del agrado de su electorado.
Por otro lado, el Partido Popular, que ve sangre, se está lanzando al cuello socialista con la intención de adelantar las elecciones, no vaya a ser que dentro de un año la crisis haya pasado y la gente ya no se acuerde de lo mal que lo ha hecho Zapatero.
Por ello no dejaron la oportunidad de atacar a José Blanco, Ministro de Fomento, y responsable de las políticas de vivienda del Gobierno, tras la última remodelación ministerial, por la congelación casi total del crédito para con los promotores y constructores españoles, lo que impide la recuperación del sector.
Viéndolas venir, Blanco no dudó en atacar con el nunca bien ponderado «y tú más», lanzando aquello de que «el Partido Popular convirtió a España en un solar urbanizable», y defendiendo a su Gobierno con la excusa de que se limitó a sobrellevar la burbuja lo mejor que pudo.
Según la tesis de Blanco, el exceso de construcción en determinadas zonas durante la burbuja inmobiliaria (concretamente, en las zonas vacacionales), provoca, ahora, que el crédito no fluya hacia otras zonas con demanda potencial, como pueden ser las grandes ciudades, ya que las entidades financieras son presas de clientes de dudoso cobro y viviendas que no se venden.
Sin embargo, no se escuchó a Blanco hacer autocrítica sobre la política de vivienda de su Gobierno, que no hizo nada durante los cuatro años de su primera legislatura para intentar paliar los efectos de las causas que ahora se queja. Por mucho que diga, tanto un partido como el otro son culpables de la situación actual, el primero, el PP, por fomentar la burbuja inmobiliaria, y el segundo, el PSOE, por subirse al carro de su crecimiento.