Defenestrado en 2008 y recuperado apenas tres años después, en 2011, el Impuesto sobre el Patrimonio es un tributo directo que grava las posesiones de las personas físicas y en principio complementa al IRPF, que se aplica sobre la renta, es decir, sobre el dinero que gana cada contribuyente.
¿Quien debe declarar?
El Impuesto sobre el Patrimonio afecta a todos los ciudadanos, pero sólo en teoría. A efectos reales se aplica sobre todas las personas físicas cuyo patrimonio supere el mínimo fijado por la ley que según la legislación vigente (Ley 19/1991, de 6 de junio) es de 167.129, 45 euros. En este caso el contribuyente debería pagar un 0,2% del valor de su patrimonio, aunque este porcentaje se incrementa conforme mayor es el valor de los bienes que se poseean.