El boom económico de los cigarrillos electrónicos

¿Habéis probado ya alguna vez el cigarrillo electrónico? A decir por los números y las cifras de venta que se manejan está siendo todo un boom tanto en España como en Europa. Según Euromonitor Internacional, en los últimos dos años ha generado unos ingresos de 500 millones de euros en Europa y más de dos mil millones en todo el mundo. Unas cantidades que dejan bien a las claras lo que se mueve ahí.

En España hay unos datos realmente espectaculares: en el 2008, año en el que se introdujeron en España estos cigarrillos electrónicos, se vendían una media de 1.500 al mes; tras entrar en vigor la ley anti-tabaco del 2011 las ventas han subido hasta las 30.000 unidades mensuales. Y eso teniendo en cuenta que en España se fuma cada vez menos, o eso es lo que nos detallan las estadísticas.

Lo que en un principio resultaba algo raro y curioso de ver por la calle, ahora se ha convertido en una moda fácilmente reconocible. En España ya hay más de 300 tiendas especializadas en la venta de e-cigs que dispensan todo el kit necesario para el consumo, las recargas y los diferentes complementos. Este estuche, que incluye el cigarro y el cargador, tiene un precio de 35 euros, por lo que el gasto final al año se estima en unos 350 euros.

Pero, ¿cuál es uno de los secretos por los que esta moda de los cigarrillos electrónicos tiene tanto auge? Pues sencillamente porque pueden usarse en cualquier lugar público cerrado sin necesidad de tener que salir a la calle a fumar. Su consumo es complementario y no sustitutivo del tabaco tradicional, aunque a día de hoy salga un poco más caro. Cada recarga cuesta 8 euros y equivale a unos 20 cigarros, más el cambio de mecha antes de que se ponga negra, que ronda los cinco euros.

Lo cierto es que el cigarrillo electrónico cada vez está ganando más adeptos, mientras que la industria del tabaco empieza a verle las orejas al lobo. La crisis y el recorte de los salarios ha provocado que los españoles se gasten menos en sus caprichos, y el tabaco está entre ellos. Aunque para algunos sigue formando parte de su vida diaria y les resulta imposible decrecer su consumo.