En general tengo que admitir que los inversores elijen bien sus fondos de inversión. En los encuentros que tenemos regularmente con los inversores, siempre surgen las mismas preguntas. “Tengo el fondo X, el fondo Y el fondo Z. ¿Qué le parece mi cartera?”. En la mayoría de los casos tengo que decir que los fondos elegidos son “buenos” fondos; en algunos casos se puede mejorar la elección, pero en grandes líneas no veo problemas en cuanto a los fondos incluidos en las carteras.
Otro asunto, casi más importante que la propia elección de los fondos, es saber si la cartera construida encaja dentro del perfil de riesgo y horizonte de inversión del inversor… pero, eso, es otra cuestión. También tengo que reconocer que los inversores que se acercan a nosotros suelen ser inversores con un nivel de conocimiento superior a la media. Prueba de ello es que los fondos por los que nos preguntan suelen ser fondos de gestoras extranjeras.
La mayoría de los partícipes no eligen sus fondos
Pero si observamos el comportamiento del partícipe medio, que compra participaciones de fondos españoles distribuidos en su oficina bancaria, la conclusión a la que llegamos es totalmente opuesta: el partícipe medio no elije bien sus fondos de inversión. La prueba de ello es que, en las estadísticas que publica Inverco (la asociación que reúne a las gestoras de fondos) para el mercado nacional, no se aprecia, entre las distintas categorías de fondos, una gran diferencia de rentabilidad entre la rentabilidad media y la rentabilidad media ponderada por el patrimonio.
Si los partícipes eligieran bien sus fondos, los fondos más grandes, es decir los más vendidos, deberían ser los más rentables y, por lo tanto, la rentabilidad media ponderada por patrimonio debería superar claramente a la rentabilidad media. Pero no es el caso. Los inversores españoles no concentran sus inversiones en los productos que, a posteriori, dan los mejores resultados. La explicación a este hecho (no tan sorprendente por otra parte) se debe a que, en realidad, los inversores tradicionales no eligen sus fondos sino que es la propia entidad financiera la que dirige al cliente hacia un fondo u otro (en muchos casos, por qué no decirlo, hacia los productos con comisiones más caras).
Cambio de actitud: de «pasivo» a «activo»
Estos partícipes no son en realidad “inversores” sino simplemente “recolectores” de productos… por lo que mantengo lo dicho al principio de este comentario, que los verdaderos inversores, los que se preocupan de comparar los productos entre ellos, suelen al final elegir buenos fondos. A los demás, nos los podemos dejar abandonados a su suerte. Es necesario inculcarles la necesidad de un cambio de actitud por su parte y la necesidad de que tomen ellos mismos las riendas de su patrimonio, que sean ellos los que decidan qué producto comprar y que sean ellos los que tomen la decisión de cambiar de entidad si la oferta de su banco o caja de ahorros no les satisface.
Hay que empujarles a que comparen productos entre ellos antes de tomar la decisión de comprar. Ese salto de pasar de “recolector pasivo” a “inversor activo” no es fácil (supone asumir uno mismo los eventuales errores cometidos), pero a la larga es un proceso que generará sin duda mejores resultados.
Fernando Luque / editor Morningstar España
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