En los últimos meses se hablaba de que la inflación se estaba moderando, pero hay un dato que rompe ese optimismo. La inflación subyacente, la que excluye energía y alimentos frescos, ha vuelto a subir. En julio se situó en el 2,3 % interanual, una décima más que en junio. Puede que una décima no parezca mucho, pero es importante, porque refleja lo que de verdad pagamos cada día.
El IPC general también ha aumentado, hasta el 2,7 %, impulsado sobre todo por la electricidad y los carburantes. Pero lo que preocupa de la subyacente es que no depende de esos vaivenes puntuales, sino de una tendencia más de fondo. Si sube, significa que la presión sobre los precios cotidianos sigue ahí.
Qué está pasando con los precios
El aumento de la subyacente viene sobre todo por el encarecimiento de los servicios. Comer en un restaurante, reservar un hotel, viajar en transporte público o incluso ir al cine, cuesta más que hace un año. Son gastos que, si bien no los tienes todos los días, forman parte de la vida normal y pesan en tu bolsillo.
También hay subidas en productos elaborados y bienes de consumo que no dependen de las materias primas volátiles. En cambio, algunos básicos han bajado. El aceite de oliva, que llegó a precios récord el año pasado, ahora cuesta casi la mitad que en su punto más alto. Esto ayuda a que el IPC general no suba más, pero no compensa la presión de otros precios.
Por regiones, hay diferencias notables. En Navarra, por ejemplo, el IPC interanual también se ha quedado en el 2,7 %, muy en línea con la media nacional. Pero[…]Leer noticia completa en la fuente original
















