Muchas veces el profano en temas bancarios se sorprende de determinadas actuaciones de los bancos, aparentemente en contradicción con el sentido común. Una de ellas, por ejemplo, es que muchas entidades no hagan todo lo posible para no adjudicarse en subasta una vivienda que vale mucho menos que la deuda hipotecaria que contrajo la familia. El sentido común nos diría que es preferible no quedarse la casa, con los costes de mantenimiento asociados a mantenerla vacía y su menor valor, y buscar cualquier otra solución si la hay; carencias de capital, moratorias temporales, adjudicarse la vivienda en propiedad pero dejar que la familia siga en la casa durante un tiempo a cambio de un alquiler, etc.
Sin embargo es la contabilidad lo que está detrás de muchas decisiones aparentemente carentes de sentido. Por ejemplo, mientras el Banco de España no obligue a contabilizar las adjudicaciones de viviendas a un precio de mercado (tal vez un 50%), al banco le queda mejor en balance la adjudicación que la negociación con el que no puede pagar la hipoteca. Y se producen miles de desahucios.